Sin lugar a dudas que la Dictadura Militar (1973-1983) fue un quiebre cultural en nuestra sociedad, que produjo desapariciones, endeudamiento externo, destrucción del aparato productivo nacional, derrota militar en Malvinas, y que contó con la complicidad de sectores civiles, medios gráficos nacionales y periodistas durante todo el periodo que hoy se jactan de defender a ultranza la libertad de expresión.
Cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se instaló en nuestro país en 1979 para recibir denuncias sobre desapariciones forzadas de personas, los medios escritos nacionales y orales se hicieron eco del slogan del Gobierno Militar; "Los Argentinos Somos Derechos y Humanos", e impulsaron a la población a festejar el título de Campeón Mundial juvenil en Japón con Maradona como Figura, como forma de opacar la trascendencia de la presencia de la Comisión Dependiente de la O.E.A.
Muy pocos dirigentes políticos alzaron la voz en defensa de los Derechos Humanos, entre ellos Raúl Alfonsín, Oscar Allende, Augusto Conte, Alfredo Bravo, etc; mientras diarios nacionales se habían apropiado de "Papel Prensa" a partir del apriete y el terror.
A 30 años del regreso a la democracia, son muchas las cuentas pendientes que dejó el proceso militar y sus cómplices, la aplicación integral de la Ley de Medios votada en democracia, es un paso que termina con una Ley de la Dictadura.
Quedan todavía por desactivar normas y leyes del proceso Militar, como la Ley de Entidades Financieras de 1977, para que tengamos una democracia plena, participativa, con políticas públicas al servicio del pueblo, y que nunca más decidan por la totalidad de los argentinos los grupos económicos y mediáticos concentrados.
