El pasado domingo 12 de octubre, leyendo este diario me encuentro con la crónica del festejo de los 50 años de vida de la escuela Nº 19 del Barrio San Cayetano.
De inmediato fluyeron a mi memoria gratos recuerdos de los momentos vividos al inicio de mi carrera docente dentro de la Provincia de Buenos Aires, como maestro provisorio en dicha institución, que se oficializaba.
En esas paredes que se levantaban como una humilde construcción de adobe, con solo tres habitaciones que poco tienen que ver con las hermosas instalaciones de hoy que pude ver a través de las fotos de la crónica, también se entrelazaron las historias de amigos y de una comunidad. Se me cae un lagrimón por esta remembranza, que es también un homenaje a todos los que compartieron lo hecho para que se concrete lo que es en la actualidad.
Junto con la Directora designada para el cargo, Sra. Ayné Visca de Pepe y varias compañeras recientemente egresadas de nuestra Escuela Normal, comenzamos a darle vida oficial a este establecimiento. Recuerdo a Isabel Barca, que compartía el turno conmigo y con la Directora, Raquel Gurrea, Ana María Vettovalli y alguno más que no recurdo. No me olvido de la Sra de Legaza, mujer servicial y laboriosa que vivía junto al edificio de la antigua escuela, quien oficiaba de "portera",
Con el matiz personal propio de los recuerdos que como residuos de nuestras experiencias se alojan en nuestros pensamientos, mi paso por la Escuela nro. 19 está ligado a acontecimientos entrañables de mi vida. El noviazgo con Elisa, luego mi esposa y mi carrera de abogado. En esos años mi futuro suegro, el Ing. Oppici, era el Gerente de la empresa Esso y gracias a sus gestiones colaboró con donaciones en el momento inicial y tan carente de recursos propios.
Las anécdotas vividas y los escenarios en que tomaron parte me llevan también a reflexionar en cómo nuestra ciudad y su infraestructura ha evolucionado, e incluso cómo aspectos de la cotidianidad son hoy radicalmente diferentes.
Al barrio se accedía por ruta, hoy Panamericana, o caminando desde la ruta 12 pasando por debajo del puente ferroviario, y que dada las condiciones del terreno cuando llovía se hacía problemática la llegada -no obstante todos teníamos la costumbre "sarmientina" de no faltar a clase-. A la mañana, levábamos el pan que se debía retirar todos los dias desde el Mercado Municipal de la Calle Lavalle, y muchas otras cosas que hoy ya no están o son diferentes.
sta escuela protagonizó, están todos los niños y jóvenes que experimentaron el mundo a través de la entrada en ella. A pesar del tiempo transcurrido y de todos los cambios vividos, edificios renovados, personas queridas que ya no están con nosotros, sí podemos hablar de una constante. La cultura escolar sigue siendo una herramienta de diálogo que nos habilita a crecer como sociedad, una sociedad donde se entrelazan las historias personales con la historia de nuestra ciudad, un país, un continente, de la que todos somos tributarios de su crecimiento y mejoramiento.
César A. Gauthier
(imagen ilustrativa, de archivo)
