Si hay una palabra que define al Otoño, es magia. Percibir el olor de la tierra mojada o gozar de un paseo en plena naturaleza son algunos de los momentos que nos permiten disfrutar de esta estación. En el orden natural con la llegada del mes de Marzo tanto en el aire, en la luz, en los árboles y en los seres que nos rodean, ya se presagian cambios.
En el bosque maduran los frutos y bayas de muchas especies arbustivas, frutos que ofrecen una auténtica despensa a la vida silvestre, en especial para las aves que los aprovechan para pasar el Invierno o para emprender la migración, siendo ésta la señal más segura de que el final del Verano llegó.
La palabra Equinoccio proviene del latín Aequinoctium y significa "noche igual"; ocurre dos veces por año (Primavera y Otoño); épocas en que los dos polos de la Tierra se encuentran a igual distancia del Sol, cayendo la luz solar por igual en ambos hemisferios y produciendo una duración igual del día y la noche en todos los lugares.
El Otoño en la sociedad actual es tomado como un tiempo de moderación, de volver a la rutina después de terminar con el frenesí del Verano; es regresar a lo cotidiano. Este cambio estacional nos lleva a la reflexión sobre los acontecimientos vividos durante el Verano; lo que hemos logrado en su transcurso, los proyectos que se quedaron atrás y en cuál de ellos hemos fallado.
Según la tradición pagana, el Otoño está asociado con el Elemento Agua y la puesta del Sol. Es cuando, por embrujo, todo el paisaje se ilumina del mágico concierto de color, de un bello cromatismo en el que predominan los matices dorados y, los bosques y campos cambian su aspecto alcanzando su período de mayor esplendor y belleza.
Todo a nuestro alrededor se tiñe de tonos rojizos y dorados inundando el ambiente de cálidos colores, conformando evocadores paisajes que nos suceden y recuerdan a los más bellos y cautivadores bosques encantados, llenos de hechizo, en los que la fantasía abarca temas de infinitud, y dónde habitan minúsculos seres de otros mundos paralelos.
Es un mundo fascinante, lleno de sensaciones, que fácilmente podemos vivir si nos dejamos envolver por esta magia sensorial en la que la fuerza del ensueño adquiere una irresistible atracción de misterio y espiritualidad; a lo que se le suman el arrullo del viento en las hojas de los árboles, el mulle del suelo con su hojarasca y, en ocasiones, el susurro del agua que discurre por algún arroyo o manantial cercano.
Salir al aire libre y regocijarse con el cambio de las hojas y los gloriosos colores, aromas y texturas de esta estación, pisar las hojas secas, correr bajo la lluvia, saltar los charcos..., pequeños placeres que nos brinda el Otoño que relajan la rutina de los días de prisas y vueltas al trabajo.
Bocanadas de aire fresco y colores que rompen la melancolía de una estación mágica que cada año no nos deja de sorprender.
