InicioFarmacias#DifusiónArchivoBúsquedaSesiones HCD
  Ir a la edicion del dia
MEDIO DIGITAL DE CAMPANA
BUENOS AIRES, ARGENTINA
viernes, 19/abr/2024 - 15:24
 
Nubes dispersas
25.1ºC Viento del Noroeste a 17Km/h
Nubes dispersas
Política y EconomíaInfo GeneralPolicialesEspectáculosDeportesNacionales
Twitter Facebook Instagram
» Este artículo corresponde a la Edición del miércoles, 04/sep/2019 de La Auténtica Defensa.

El peligro de endiosar a los hijos




Antes se juraba por Dios, pero hoy se jura por los hijos.

"Dios ha muerto", dijo Nietzsche, y quienes de alguna manera lo creen así, a falta de aquella certeza de un cosmos ordenado por designio divino, encuentran en sus hijos el último destello de lo absoluto y el punto fijo a partir del cual mover el universo.

Siempre fueron importantes los hijos, pero hoy, para una proporción de padres, lo son no sólo por el amor que por ellos se tiene, sino además porque muchos perciben que los chicos vienen a compensar ese Dios muerto y enterrado bajo la "insoportable levedad" líquida, resbalosa y desangelada que la modernidad propone.

La pareja en crisis, los sentimientos que van y vienen, el descreimiento, el cinismo disfrazado de inteligencia, las desilusiones y los espejismos hacen que la vida se haga difícil no por falta de fuerzas y deseos vitales, sino porque esa fuerza y ese deseo no encuentran el "punto fijo" sobre el cual hacer pie y desplegarse.

Las certezas son mal vistas por sospechosas, las creencias son consideradas provisionales; la fe, una superstición, hasta que llegan los "hijos dioses" para salvar las cosas a través de una nueva fe monolítica que viene envuelta en pañales.

La paradoja es que mientras existen muchos chicos a la buena de Dios (valga la expresión) en condiciones de abandono y vulnerabilidad, otros muchos hijos, que no sufren carencias graves de orden económico, viven con sordo agobio el hecho de ser los nuevos dioses de una suerte de religión que los entroniza como tales.

De ellos, y sólo de ellos, parece emanar el sentido de la vida. Satisfacerlos es el único mandato de esa religión.

No vienen esos chicos a incorporarse a un mundo que tiene sentido, sino que vienen a generarle sentido a un mundo que, para muchos, carece de aquél.

El niño endiosado interrumpe la conversación de los grandes en forma permanente (y todos detienen esa conversación para escucharlo), atormenta con berrinches públicos por un helado antes del almuerzo, se para sobre la mesa y hasta come lo que le viene en gana, sin horarios ni un orden que provenga desde "afuera".

Si ese niño se enoja por causa de una "marcada de cancha" de los padres, esos mismos padres a veces sufren el enojo filial con la angustia del feligrés a quien desgarra una culpa cósmica por no ser bendecido por el hijo, el pequeño dios.

Se considera que ser buen padre o madre, en ese contexto, es servirlos y darles "todo", olvidando que una dimensión del amor es posibilitar al chico que crezca, lo que sólo es posible cuando, además de los imprescindibles cuidado y cariño, se los ayuda con firmeza a ir asumiendo responsabilidades, no propiciando que se acostumbren a que otros asuman las que a ellos les corresponde.

A los hijos se los "adora", pero no siempre se los educa. Son, al menos en apariencia, un centro de certezas para padres llenos de dudas.

Ellos, al crecer, no saben qué hacer cuando salen del perímetro de su propia "ciudad prohibida" para enfrentar la vida "real", lo que acarrea un sinnúmero de problemas.

La función paterna incluye ayudar a que los hijos puedan crecer, soportar frustraciones y asumir reglas que vayan más allá de ellos mismos.

Se sabe: a los hijos hay que amarlos, no necesitarlos, en un sentido utilitario del término.

Por eso vale humanizar la mirada sobre ellos, dándoles el lugar de amor que les corresponde, la misma que les permite transitar su infancia como infantes y no como pseudoadultos tiranos.

Artículo extraído del diario La Nación – Por Miguel Espeche Psicólogo y psicoterapeuta


Imagen ilustrativa

 
P U B L I C I D A D





Av. Ing. Rocca 161 (2804) Campana - Provincia de Buenos Aires
Tel: 03489-290721 - E-mail: info@laautenticadefensa.com.ar
WhatsApp: +54 9 3489 488321.-