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» Este artículo corresponde a la Edición del domingo, 19/abr/2020 de La Auténtica Defensa.

Padre Fernando Crevatin:
"Esta pandemia llevará al replanteo de cómo está distribuida la riqueza"




El sacerdote, párroco de la Catedral Santa Florentina, habló con La Auténtica Defensa de la labor social de la Iglesia durante la cuarentena, el ejercicio espiritual en tiempos de aislamiento y las lecciones que el coronavirus dejará cuando se marche. "En nuestro país estamos tan acostumbrados a las crisis que saldremos adelante", afirmó con fe.

El capitán es el último en abandonar el barco. Por estos días, Fernando Crevatin, el párroco de la Catedral Santa Florentina, se empeña en seguir aferrado al timón de su congregación. Pasa la cuarentena obligatoria en las oficinas debajo del templo cerrado con llave, que abre una vez al día para ofrecer una misa a la que nadie atiende: todos se conectan. "La celebramos a través de Facebook", señala el padre, apenas unas cuentas horas antes de empezar una nueva transmisión espiritual, en una charla con La Auténtica Defensa para conocer el rol de la Iglesia en la era de la pandemia.

"Nuestra labor no solamente es dar comida, es promover la dignidad de las personas, de las familias. Pero en estos momentos quizás lo más inmediato es ayudar con bolsones de alimentos", comenta Crevatin. La Catedral y la organización de asistencia Caritas distribuyen ayuda una vez por mes a familias del centro y también a las del barrio Lubo y alrededores, como Dignidad, La Tablitas y La Argentina, donde -señala el padre- "hay mucha marginalidad".

Este mes se logró alcanzar a un total de 140 familias. "Nos gustaría hacer algo más: el famoso tema de no dar pescado sino la caña de pescar. Ojalá que con el tiempo podamos hacer un trabajo más cercano a las familias, poder visitar a cada una y ver qué es lo que necesitan, porque a veces no es solo una bolsa de alimento. Cuántas veces no tienen ni siquiera un baño en su casa, o tienen piso de tierra, o alguno de sus integrantes tiene discapacidad y quizás no saben a qué lugar concurrir. Hay un buen trabajo de asistencia social desde el Estado municipal, pero muchas veces a la gente más pobre no llega. Entonces uno tiene que ir a hasta sus casas", dice Crevatin.

¿En qué momento económico-social sorprendió esta pandemia a los barrios?

Un momento donde no estábamos del todo bien. Igual, yo que vengo de otros distritos puedo decir que Campana es otro mundo, con la fuerza que tienen las industrias y fábricas, evidentemente se vive una realidad muy distinta del resto de la Diócesis. Pero aún en esas circunstancias, uno ve en los barrios la necesidad de poder contar con trabajo e igualdad de oportunidades, que es la gran deuda. No existe la igualdad de oportunidades, quizás no porque falten políticas, sino porque hay muchas cosas que se arrastran desde hace años. A eso también hay que sumar la falta de cultura de trabajo, por supuesto, ya van dos o tres generaciones que se han acostumbrado a pedir. "Mi padre pidió, mis abuelos pidieron, yo nazco en este ambiente". Por eso es muy valioso el trabajo que hicieron en sectores vulnerables las Hermanas Hijas de María Auxiliadora, quienes tenían su sede en el barrio Lubo, porque dieron herramientas para que muchas mujeres pudieran empezar a trabajar, a valerse por si mismas. Hay mucho por hacer y creo que el secreto pasa por acercarte, por estar, por escuchar, por buscar, por ver, por caminar, porque mucha de esa gente excluida no se acerca hasta acá.

La prioridad la trato de poner en esos barrio: sin dejar de atender la zona del centro, ahí están los preferidos de Jesús. Lo que tiene que hacer la Iglesia es llevar el mensaje de Jesús. Y sin dudas donde están los más pobres y los más excluidos del sistema es donde tiene que estar por lo menos la mirada más cercana de un cristiano. Yo más allá de tener una responsabilidad eclesiástica, soy un cristiano más, por lo tanto tengo que tener esa cercanía.

¿Cómo ha impactado la cuarentena en los fieles de la Catedral?

A través de los mensajes de WhatsApp que me llegan, de las redes, veo que pegó fuerte. A mi también me pegó fuerte como sacerdote. Me gusta ir por los barrios y estar en contacto con la gente, así como estoy hablando con vos, extraño tomar mate, el reunir a las personas, el vivir en comunidad mi fe. Pero me fui adaptando. A algunos fieles les cuesta más, y a otros les ha significado meterse más en las redes sociales. No tanto a los jóvenes, que nadan en ellas, pero la gente de edad intermedia y mayores se empezaron a volcar más a ese aspecto y eso ha ayudado mucho a la comunicación. Obviamente, todas las actividades de la Iglesia se han cerrado, pero la misa se celebra a través del Facebook "Catedral San Florentina", donde se transmite en vivo y la gente agradece esa posibilidad. La Iglesia Católica en general ha creado muchísimos ámbitos de formación y de espiritualidad virtual, cursos de formación en Biblia. Siempre decimos que la familia es una iglesia doméstica. Sus puertas está cerradas, pero la Iglesia está presente, está viva en las casas y eso se ve. Muchos mandan la foto de la familia mirando por la tele la misa, leyendo la palabra de Dios, rezando el rosario. Se descubrió otro aspecto de lo que significa la fe: no solo en el rito, sino que se tiene que vivir en las relaciones personales. Pero duele, cuesta, sobre todo a la hora de la comunión. Usamos esta expresión, que no es un premio consuelo: decimos que hay una comunión espiritual.

¿Se puede hallar en la fe la manera de sobrellevar este período de incertidumbre?

Sin duda. Humanamente, uno dice "las dificultades en la vida son oportunidades que te abren nuevas puertas". Los cristianos damos un paso más: eso es necesario porque Jesús nos enseñó que para participar de la Gloria, de la Resurrección, de una Vida con mayúscula, de una vida plena, hay que pasar por el dolor, por la entrega, por la Cruz, por el darse. En unión con Jesús entregarme a otros. Dentro de esta entrega, no soy lo que quiero entregarme, sino lo que Dios permite que entregue. Y precisamente esta circunstancia de la pandemia nos hace pasar la Semana Santa que Dios quiso que pasáramos, no la que yo elegí. Acá no es el sacrificio que vos elegiste, es el que Dios de alguna manera permitió en esta situación. Implica renuncia, adaptación. A mi me costó los primeros días estar de la puerta para adentro, porque mi vida pasa por la relación con la gente. Pero así vivo mi pastoreo, mi ser cura. Es lo que Dios está permitiendo.

Hay aspecto positivos, desde ya. En el ámbito familiar, la cuarentena sirve para fortalecer los vínculos, para bancarse un poco más, para que los padres estén más tiempo con los hijos y entender que a veces la vida es aceptar y respetar los defectos del otro. En lo que a mi respecta, para saber que mi vida también pasa por un encuentro profundo con Jesús en la oración. Este mes recé más de lo que recé en mi vida, quizás. Circunstancias como las actuales tienen sus aspectos positivos en la medida en que uno sabe ver la presencia de Dios. Es difícil, pero es el desafío que nos propone la fe.

¿Qué sociedad cree que emergerá después de esta pandemia?

El otro día leía un artículo de un obispo que trabaja mucho la pastoral social y él planteaba si estaba primero la salud o la economía. Sin duda, todo esto va a llevar muchísimo a un replanteamiento de cómo está la distribución de bienes, cómo se maneja la economía, si en función del mercado, de tener más, del consumo, o al servicio de la persona. Creo que esto va a incidir muchísimo. Y la gran pregunta viene desde la economía, cómo va a salir el país y el mundo de toda esta situación. Me parece que el mundo tiene reservas de capacidades para salir adelante de situaciones adversas. Creo que Dios no nos hizo tontos, nos dio la capacidad de salir de dificultades. La globalización será ahora de la solidaridad. Si después de la Segunda Guerra Mundial algunos países tuvieron que ayudar a otros, acá va a ser todo el mundo ayudando a todo el mundo. Y respecto a nuestro país, estamos tan acostumbrados a las crisis (ríe) que no dudo que saldremos adelante. Pero es verdad que tenemos que llegar a una mayor equidad social: no podemos seguir caminando con tan pocos que tienen tanto y tantos que tienen poco.

Antes de que estallara la crisis del coronavirus, el Congreso encaraba el tratamiento de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. ¿Cómo piensa que se desarrollará el debate una vez superado este contexto?

No quiero hacer una lectura simple, decir "Dios permitió la pandemia para que no se trate el aborto". Hay algunas posiciones integristas dentro de la Iglesia Católica que están en ese pensamiento. Pero sí es verdad que gracias a Dios, a través de toda esta situación dolorosa que vivimos, podemos replantearnos un poco el respeto a la vida, de toda vida, de las dos vidas, y el derecho que tiene todo ser humano, también los ancianos y los no nacidos, cuya vida está defendida por la Constitución Nacional. Esperemos que todos nuestros políticos puedan reflexionar sobre este tema no solo en tiempos de coronavirus, sino también a la hora de legislar.


"Esta pandemia llevará al replanteo de cómo está distribuida la riqueza", asegura esperanzado.


"En nuestro país estamos tan acostumbrados a las crisis que saldremos adelante", afirmó con fe.

 
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