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» Este artículo corresponde a la Edición del domingo, 24/sep/2017 de La Auténtica Defensa.

"Sentir a una ciudad entrar en caos es espeluznante"






GUSTAVO LLEA SEIS AÑOS VIVIENDO EN MÉXICO. ES PRODUCTOR Y REALIZADOR AUDIOVISUAL.

El campanese Gustavo Cantlon vive en Valle Norte, una de las regiones de la capital mexicana más afectadas por el terremoto del martes que dejó casi 300 muertos. En diálogo con LAD, contó cómo de repente se vio escapando de un cuarto piso "dando saltos" por la escalera y qué sintió al ver todo el DF sumido en la tragedia.

Gustavo Cantlon (36 años) vivió para contarla: al campanense, radicado desde hace seis años en México, le tocó sufrir el terremoto de 7.1 grados que el martes sacudió el país azteca en una de las zonas más afectadas del Distrito Federal. Junto a sus compañeros de cuarto salvó su vida, aunque asegura que lo que vio y escuchó lo cargará siempre consigo.

Cantlon está radicado en Valle Norte, región del DF entre las colonias de Condesa, Roma y Benito Juárez. Vive en el cuarto piso de un edificio de seis. Varias construcciones similares se vinieron abajo en las cuadras a la redonda. Milagrosamente, la de él se mantuvo en pie.

El relato del campanense comienza un día antes del sismo. Productor de contenidos audiovisuales con pasado en Televisa, llegó a su casa el lunes con la misión de terminar un video para la jornada siguiente. Extendió su trabajo hasta las 5 de la mañana antes de irse a dormir. "Pensé terminarlo cuando me levantara. A eso de las 12:30 me despierto, me pego un baño rápido y me preparo para almorzar algo para ponerme con el video. Y a eso de las 13:15 sentimos un fuerte golpe que nos movió a todos", relata en diálogo con LAD.

"Durante el año se sienten varios sismos, obviamente no tan fuertes como el de ese día. Se sienten, pero no te espantan. Ya llevo seis años aquí y estoy acostumbrado. Cada vez que suena la alarma, se siguen los protocolos y se tiene que desalojar cualquier inmueble en el que estamos", explicó.

En México siempre le repitieron que cuando le tocara "sentir el golpe" sin que haya sonado la alarma se preparaba para un terremoto fuerte. El martes llegó ese momento, aunque apenas tuvo tiempo para hacerlo. Le preguntó a su compañero de habitación si había percibido el temblor cuando "tres o cuatro segundos" después "se empieza a mover todo". Ahí recién se activó la alarma sísmica de la ciudad.

"Lo primero que hago es agarrar a mi gato. Todo se empezó a mover y mantener el equilibrio era complicado", contó. Tomó a su mascota y junto a su compañero y una amiga de paso por México, comenzaron a evacuar su hogar.

"Lo que más me asustó fue escuchar el ruido de las ventanas y las paredes y puertas golpeándose, y el crujir de las paredes descascarándose", reveló.

Escapar del edificio tambaleándose fue una odisea. "Mentalmente, cada vez que iba bajando un nivel, estaba esperando que una pared se me cayera encima, porque realmente se estaba hamacando todo, estábamos dando saltos", afirmó. La huida por las escaleras se complicó por la irrupción de vecinos empujando y los gritos que inundaban el lugar.

"Obviamente, cuando vas a cruzar la puerta de entrada del edificio tenés que ver que no te caigan vidrios o escombros de lo alto, pero en ese momento no lo piensas: solo quieres salir", remarcó.

Una vez afuera, y pasado el temblor más fuerte, Gustavo y su compañero de cuarto volvieron a subir a lo alto para ayudar a bajar a una anciana en silla de ruedas. Fue algo peligroso y muy valiente, porque el terremoto podría reactivarse en cualquier momento y desconocían el estado en que había quedado la construcción.

Lo siguiente para el campanense y sus amigos fue encontrar un espacio abierto, alejado de los edificios, y esperar a que Guardia Civil determinara los pasos a seguir.

Las tareas de rescate recién comenzaban, pero los momentos más dramáticos ya eran parte del pasado reciente. Gustavo sostuvo que, de un momento a otro, el DF se convirtió "un caos" y que nunca olvidará "las paredes entre los edificios haciendo un ruido muy grave" y "los gritos, la gente saliendo, puertas que se golpean, vidrios que estallan y las paredes que se empiezan a descascarar".

"Pensás en que si se caerán o no los edificios" a tu alrededor, aseguró.

"Luego, ponerse ayudar, a remover escombros para salvar a otras personas, día y noche, turnándonos entre todos. Organizarse y llevar planes acabo. No dormís pensando que vienen más. De hecho, hoy (por ayer sábado) hubo otra alerta sísmica a las 8 de la mañana, así que de nuevo a salir corriendo", agrega.

Hoy Gustavo sigue viviendo en el mismo departamento de Valle Norte, aunque reconoce que no es lo más seguro: tras varias inspecciones, Guardia Civil les recomendó a los inquilinos de todo el bloque abandonarlo si les fuese posible.

"Mi departamento fue afectado, no tanto como los que colapsaron, pero si como para mudarse: de mi cuarto veo la sala por una quebradura en 45 grados del muro que la divide. Y el edificio desde el 3 piso hacia abajo está todo tajado", precisó. La semana que viene planea poder mudarse.

"No está tan fácil y rápido porque muchos están buscando nuevo hogar. Pero en definitiva no pensé que podía pasar, porque se tienen muchos temblores al año en la ciudad pero no de tanta intensidad", añade. Y, en otro fragmento de la charla, reconoce que "nadie está preparado para esto".

Como toda terrible experiencia, el terremoto le dejó aprendizajes. Ahora prepara una mochila con víveres y documentos que esté lista para agarrarla ante cualquier emergencia. Y, como piden las autoridades, está alerta por cualquier eventual repetición.

Sin embargo, el sismo -que ya dejó casi 300 muertos confirmados- grabó en la cabeza del campanense recuerdos que nunca olvidará: "Lo peor que he sentido es el sonido más que lo visual: sentir a una ciudad entrar en caos es espeluznante, te satura, y a veces te ataca más el nervio lo que escuchas que lo que estás viendo", explica.

"(Porque) Lo primero es correr para salir, mientras esquivas los escombros que se desprenden de las paredes y luego en la calle. La locura general de la gente y ver mucho polvo, ruido de vidrios estallando. Lo peor fue el sonido de los edificios golpeando entre ellos, nunca había vivido algo tan intenso. Escuchar el ruido de las paredes quebrándose será de las cosas que no me podré olvidar", grafica con un detalle que apabulla. Casi tanto como el trágico terremoto del martes. Por eso, para el cierre, Gustavo pide un "¡Viva México!". Un grito de fuerza y esperanza entre tanta devastación


GUSTAVO HABITA LA ZONA DEL VALLE NORTE, UNA DE LAS MAS AFECTADAS POR EL TERREMOTO. "A LA VUELTA DE CASA SE DERRUMBARON DOS EDIFICIOS Y, A CUADRAS A LA REDONDA, AUN MÁS", LE CONTÓ A LA AUTÉNTICA DEFENSA.

 
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