Parece que fue ayer pero han pasado años de las primeras notas en este diario de quien escribe, referidas al Día Internacional de la Mujer.
Y si bien aún faltan derechos por conquistar o hacer respetar, en los últimos tiempos se han dado algunos avances en los planos legislativo y de políticas públicas: leyes contra la trata y la violencia de género, la inclusión de la figura de femicidio en el código penal, leyes y programas relativos a la educación sexual integral, programas sobre derechos sexuales y reproductivos, entre otros.
La persistente lucha de las feministas y el movimiento de mujeres junto a mujeres y hombres con perspectiva de género, o mínimamente sensibilidad y/o sentido común, desde sus puestos de decisión en todos los poderes y niveles de gobierno han posibilitado dichos progresos registrados en papel en forma de leyes, planes y programas.
Todavía hay que seguir luchando porque estas conquistas se plasmen en un cien por ciento en la realidad. Que la justicia caiga sobre los tratantes, que las mujeres víctimas de trata sean efectivamente protegidas una vez rescatadas; que los violentos sean castigados conforme a la ley, y que todos los niveles educativos -especialmente inicial y primaria- contribuyan a desmontar la cultura patriarcal generadora de actitudes, acciones y pensamientos violentos hacia las mujeres; que los profesionales de la salud no retaceen información sobre salud reproductiva y (no) reproductiva y que se formen en la atención de la salud sexual de las lesbianas; que el personal de justicia y de las fuerzas de seguridad incorporen la perspectiva de género en sus miradas y comiencen a revisar y mejorar sus prácticas; que la violencia simbólica sea visibilizada a través de denuncias, y que los organismos gubernamentales no se sumen a ésta organizando, por ejemplo, concursos de belleza (demás está decir que el fomento de la competencia entre las mujeres por sus atributos físicos contribuye a consagrarlas como objetos).
Y de que las mujeres seguimos siendo consideradas objetos de intervención y no sujetas de derecho es claro ejemplo la penalización del aborto (salvo determinadas excepciones y así y todo no se cumplen estando permitidos). Despenalizar el aborto significa reconocer un derecho civil individual de las mujeres a ejercer su libertad, y a la vez hacer justicia en términos de salud pública. Harto sabido es que las muertes de las que intentan interrumpir su embarazo se dan sobre todo en mujeres pertenecientes a sectores populares. Una frase de Mabel Belluci resume esta cuestión: "el problema no es que las mujeres aborten, sino que conquisten el derecho a abortar".
Mientras tanto, iniciando otro año a la espera del tratamiento de este tema en el Congreso Nacional, resulta útil recordar la existencia del misoprostol como droga que posibilita un aborto sin riesgos en determinadas condiciones (1).
(1) Para mayor información sobre el uso del misoprostol: 011-15-66647070.