Hace unos días Mónica, una amiga, me mandó esta historia. No es el Ulises de Homero, ni el de Joyce. Es un nuevo Ulises. Su historia es mínima y conmovedora. Los héroes tienen destinos trágicos. No se cual es, el de ésta. A lo mejor me entero y lo puedo contar y a lo mejor cada quien puede imaginarlo:
"Desde hace una semana, camino a mi trabajo lo vi.
Joven, prolijo, impecable, con sus pequeños bienes ordenados como pocas veces he visto. Tiene una escoba, una pala y hasta el miércoles tres colchones viejos amontonados para pasar la noche. Cada día que lo veo voy apurada para llegar a tiempo a mi trabajo
Cada día desde que dejó de ser invisible para mi, pienso "este hombre no es de la calle, este hombre puede ser yo, que desamparo debe sentir por la noche" "Cuando regrese del trabajo voy a pasar" Cada uno de estos días olvido pasar, hasta hoy.
Hoy me lo cruce por la mañana, tenia un perro con un abrigo y su pretal, lo llevaba a la plaza .mientras pasaba pude ver que algún vecino le dio una carpita de esas que mucha gente lleva a la playa, sentí un alivio pequeño porque con la lluvia fuerte de la otra noche, me angustie mucho en casa, al resguardo de un buen techo, con una buena comida en mi estomago pensando en ese hombre
Hoy, de regreso a casa paré. El estaba parado en la esquina, baje del auto, no dejo de mirarme con tensión, hasta que le pregunte casi afirmando: _Disculpame pero vos no sos de la calle.
Bajó la guardia y me dijo lo obvio: Quedé en la calle; esto es terrible.
Le pedí que me esperara que iría a buscar algo caliente para comer.
Estaba en Avellaneda, en Mariano Acosta y Galicia, una cuadra antes de subir al puente De la Serna. Creo que caminé unas cuatro cuadras buscando una pizzería; vi en un mercadito "HOY LENTEJAS", paré a comprar, cuando le pedí a la mujer si me podía calentar las lentejas porque la persona que las iba a comer no tenía en donde calentarlas. Me preguntó si era para el muchacho que estaba viviendo enfrente de la placita. Para mi sorpresa, cruzando Pavón muchos vecinos le iban a comprar comida para él en ese negocio. La mujer me dijo que su forma de ayudar era cobrar más barato el plato que llevaran, y así lo hizo conmigo.
Volví a la esquina de Ulises le di la bebida, unos alfajores y las lentejas que la señora había calentado con mucho amor y le había puesto una cuchara y pan.
Una vez concentrados en la charla, él me contó que quería trabajo y un lugar en donde colocar sus cosas y guardar a su perro mientras salía a trabajar, qué con trabajo él se sentiría seguro e iba a poder alquilar algún espacio.
Ya estaba ahí Olga, una vecina que se había enterado que gente de seguridad del municipio de Avellaneda lo había intimado a dejar el lugar esta misma tarde (jueves 16 de Mayo). Ella, con su marido estaban atentos porque si eso sucedía lo iban a llevar a algún lado que Ulises dijo que tenía. Enseguida le pregunté dónde era ese lugar y al mismo tiempo me preguntaba porque si tenía donde ir estaba en la calle. Grande fue mi decepción cuando me dijo que era por Salta y Rincón en Constitución debajo de la autopista…
Yo se que hay muchos Ulises, demasiados, no le pude prometer un techo o un trabajo pero le prometí divulgar su caso. Quizá alguno de ustedes sepa de alguna entidad que brinde lugar con techo, en donde su perro y su bienes (lo que la gente le vaya dando) estén a resguardo mientras él se procura algún trabajo.
Esto mismo lo voy a compartir con la Red Solidaria, pues se que están haciendo una movida para que la gente en situación de calle no pase frío.
Mañana lo voy a visitar y espero encontrarlo, y si no está, espero que sea porque alguien pudo darle esa mano que tanto necesita.
