Muchas veces se nos aparece esta pregunta en nuestra mente, tal vez a partir de las noticias de los últimos días en los diarios o de la situación del país, del trabajo, la familia, la sociedad, etc. Y elaboramos muchas respuestas y opiniones, según nuestro punto de vista, muchas veces opinamos de política echándoles la culpa a los políticos, pero ellos no nacen de un repollo, son parte de la sociedad, son un reflejo de ella y además somos nosotros mismos quienes los elegimos, no podemos hacernos los distraídos.
¿Quién es el responsable de la limpieza? Decía un cuadro,… que al levantarlo, un espejo nos hacía recordar, que yo mismo soy, y cada uno somos, responsables de ella.
En lo personal, ¿Quién es el culpable de mis errores y fracasos en la vida? ¡No son los demás! ¡No es Dios!, La única respuesta correcta de acuerdo a la Palabra de Dios es una sola: Yo mismo.
No hay entonces excusa para ningún hombre delante de Dios. Jesús mismo lo declara: "Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por "su" pecado." (Juan 15:22).
¿Significa esto que delante de Dios nadie puede ser amado y perdonado por Dios? ¡En ningún momento Dios dice eso! La misma Palabra nos enseña:
"Más el incrédulo, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. 22 Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo vivirá. 23 ¿Quiero yo la muerte del impío? Dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?" (Ezequiel 18:21-23).
¿Qué hacer entonces? La Biblia lo dice;
"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1ª Juan 1:9).
"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo." (1ª Juan 2:1).
"Somos nosotros", los moralmente responsables ante Dios por cada uno de nuestros actos, tanto morales como de cualquier otra índole.
Pero el Dios de Amor y perdonador quiere restablecer una relación de Padre a hijo, sin culpas, para eso hace falta un arrepentimiento de cada uno de nosotros, y la decisión de vivir de allí en adelante guiados por Jesús, en ese nuevo camino.
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¡Dios te bendiga! ¡Hasta la próxima semana! Luis Rodas
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