Viene el centro pasado desde la derecha, el "Tito" Cazador le pegaba bien, siempre y cuando se mordiera la lengua como si eso le iba a dar mejor puntería. La pelota pasa alta alguien cabecea en el segundo palo y es gol, de premio pasa a ser arquero. Ya éramos varios en la canchita del barrio y antes de empezar el picado nos entreteníamos a los centros hasta que lleguen algunos más.
El arco sobre la calle Castilla ofrecía de ingreso y platea preferencial, allí nos juntábamos para hacer el "precalentamiento" y formalizar los equipos sin necesidad de "robo".
Y de eso se trataba cuando llegaba el momento de formar los equipos. Que el juego más divertido sea parejo. Sabíamos de antemano y de conocernos tanto, que un partido con ventajas de talentos y habilidades se tornaba aburrido y terminaba pronto, por eso la formación se hacía por acuerdo entre todos y democráticamente. Así los más grandes como el "Tito" y el Lucio iban separados y después veníamos los más chicos. Si a muchos les costaba quien iba al arco, eso no pasaba entre nosotros. El "Pichi" Carballo atajaba siempre y al "Colorau" Mujica lo mandábamos de una, porque si jugaba al medio se iba adelante, pescaba goles sin correr y encima los festejaba.
En la formación de los equipos no había puestos estables y definidos, algunos sabían de sus limitaciones y condiciones entonces se ubicaban sabiendo que en ese puesto iban a jugar mejor. Nadie les dijo donde jugar, nadie les ordeno ponerse en ese puesto, solo su visión de potrero y la amistad de todos los días lo hacia un jugador necesario e importante.
En el potrero del barrio los puestos desaparecen, el único respetable es el arquero, el resto corríamos y era lo mismo jugar al medio o adelante o jugar de defensor y jugar al medio. Esa rara mezcla de obediencia táctica y desorden grupal se sumaba al aliento por aquel pase milimétrico y al insulto por esa "pisada" morfona" que se enredo en el último toque.
Descubrí que el futbol en la infancia es totalmente solidario, pensantemente honesto y altamente sincero. El fútbol en la infancia demuestra la representación interna del otro aun en las diferencias más notorias. El futbol libre de la infancia renueva todos los días la revancha vanidosa de la vida donde todos juegan donde todos, donde todos juegan en su libertad de expresión, donde todos pasan por su lugar hasta encontrarlo, quedarse en el y aprender hasta el límite de su generosa actitud
Si hubiésemos querido todos hubiéramos sido delanteros, festejar los goles, ser felicitados por todos, vanagloriados, respetados. Elegimos algo distinto, jugar hasta la diversión absoluta basados en un ir y venir de espejos reflejados para compartir la amistad en su máximo nivel. El juego libre del futbol infantil liberado a la elección reconocida del niño, es lo que nos mantiene unidos para siempre…aunque el "Colorado" Mujica nos enojaba cada vez que hacia un gol de pesquero y lo festejara…
HASTA LA PROXIMA
NESTOR OSCAR BUERI
Coordinador de grupos
Psicólogo Social
Charlas y conferencias
nestorb_ps@hotmail.com