Para hablar de unidad, en primer lugar debemos saber qué es lo que queremos unir. Creo que la historia Argentina nos demuestra que los proyectos oligárquicos solo han servido a la defensa de los intereses de aquellos sectores, rurales, financieros y mediáticos. El pueblo, es decir la mayoría social de un estado, debe articular un proyecto de unidad en donde estén contemplados aquellas cuestiones que sean beneficiosas para el todo.
En la Argentina, en determinados momentos de nuestra historia, hubo momentos de unidad de las fuerzas políticas populares. Por ejemplo, en los años ´70, las fuerzas políticas populares impulsaron la "hora del pueblo" como forma de terminar la dictadura e impulsar elecciones libres, teniendo en el abrazo de Perón y Balbín su punto culminante, encuentro que no pudo ser plasmado en un proyecto electoral conjunto.
Luego de la sangrienta dictadura de 1976-1983, se constituyó la multipartidaria, ámbito de fuerzas políticas populares que luego de la derrota de Malvinas, condujo el proceso democrático que culminó con las elecciones de octubre de 1983.
Sin embargo, este camino democratizador que lideró Ricardo Alfonsín nada tenía que ver con la ortodoxia justicialista de Luder y Herminio Iglesias, no se podían unir, nada había en común que los aglutinara.
La unidad nacional de sectores populares se tiene que dar en beneficio de una argentina independiente con industria, trabajo, educación y equidad. Este proyecto de unidad, se encuentra en la antítesis de los proyecto oligárquicos de entrega nacional al servicio del capital financiero y de sus intereses económicos.
Hay que trabajar muy duro en busca de la unidad nacional, pero es imposible unir todo. O gana el proyecto de unidad del pueblo, o gana la Sociedad Rural con los grupos económicos y de medios concentrados al servicio del anti pueblo.