El sábado empecé con fútbol. Ramiro jugaba con Talleres y para el sur fui. No era en Talleres, era en Témperley, pero tampoco ahí, fue en el Polideportivo San José. Alguien al que le pregunté, me dijo que no sabía nada de eso de Temperley, él era de Los Andes y se fue.
Llegué y vi jugar a Ramiro de ocho. Por lo menos en el número se me parece. Por la noche, enfilé para Chascomús. Un colchón me esperaba. Iba pensando que por el 2004, supe imaginar que nos iba a llevar 10 años remontar aquello. Como un ascenso. Tampoco quería pensar eso, por ahí se adelantaba.
Al llegar lo llamo a Cristian y me dice que vaya para la laguna, que doble a la izquierda y en el monolito estaba el hotel. Al llegar, no había clima festivo, era clima de partido importante. Los muchachos se fueron a dormir y partimos hacia un pub. Con Sebas, Nico y Cristian, escuchamos a una banda, que hacía cover. Cristian supo decir que más que cover, era un Karaoke en como gritaban. Beatles y Pappo. Si este los hubiera escuchado, entraba con la Harley y rompía el boliche.
También hablamos de las diagonales imaginarias que nos supo contar Tomy Petersen hace como cien años. Nos fuimos a dormir y el que más sufrió fue Albertito Nóbile. Me dijo al otro día que dado mi sutil respiración al dormir, supo creer que me moría en cualquier momento.
El domingo, nos esperaba el partido. Escuché que los muchachos fueron a una panadería y la dueña les confió que el 10 y el 15 eran sus hijos. También supe que uno de los nuestros le dijo que justamente eran esos los que venían a buscar. Parece que a la panadera no le gustó el comentario.
Salí a caminar por el barrio y averigué lo del "Monolito", que fue por la batalla de Chascomús por 1839 y encontré la Capilla de los Negros. Que data de 1870. Piso de tierra y velas. Al entrar fue intimidante, mezcla de catolicismo y afro. Me fui. Parece que la Unesco le echó el ojo.
Ya en el club los muchachos de la Inter le demostraron que no fueron de paseo; los tipos venían invictos, pero les hicieron notar que el tackle era convincente. No era joda.
El plato fuerte de la Primera, no fue menor. A poco de comenzar le dije al Hueso y al Camilla que ganábamos 15 a 14. Estaba convencido. Me cayó del cielo el recuerdo de cuando un entrenador, adversario y amigo, en los grupos que supe convivir, nos definió como el sportivo tackle. Y este partido con Chascomús, fue un concierto de tackles. Esos que hacen ruido. Veía tipos de afuera, esos de palo, que iban y venían, pateaban al aire, puteaban.
Cabrita me dijo que nunca había jugado un partido de definición. Convenimos que en realidad, èl supo andar con entrenamientos de siete y fue un eslabón de esta gran cadena. También fueron importantes. Si los de la Inter les hicieron saber que no fueron a ver Monolitos y Capillas, la Primera les dijo que tampoco fueron a pescar pejerreyes a la laguna.
Al final me equivoqué, nos faltó un try. Para llegar a quince. La algarabía de ellos fue acompañada con el llanto de los nuestros. Palabras sentidas de emoción en el círculo mágico, completaron la función. Creí que el llanto de los nuestros fue alentador, la vergüenza deportiva que ilusiona. Nos fuimos al tercer tiempo siguiendo aquella definición de Punch de 1850, con el "semblante alegre ante el desencanto de un revés".
Viaje de vuelta tratando de encontrar que pasó, Casco me habla de los Castillos. "No sé, será eso", le contesté. Al pasar, en la misma conversa, me cuenta que Nico, con la ansiedad de no saber si lo iban a buscar, sin saber si jugaba en la Inter, se pidió un remise y se fué a Chascomús. Me quedé pensando, por ahí, quien sabe, estos muchachos están construyendo "Castillos".
Salute y push. Mono.
