Buenos Aires, (Especial de NA) -- Recién el 31 de marzo de 1999, seis meses y monedas antes de las elecciones presidenciales de ese año, Carlos Menem dio por archivado su intento re-reeleccionista, pese a que su popularidad ya venía cascoteada desde mucho tiempo antes.
Ese día, el Gobierno del PJ presentó ante la Justicia un recurso con el que aceptaba que el riojano estaba inhabilitado por la Constitución de 1994 para buscar un tercer mandato.
El entonces Presidente había estado el año anterior jugando con esa posibilidad a través de distintas alternativas, aun tras haber perdido las elecciones de 1997 a manos de la Alianza, por el creciente desempleo y los escándalos de corrupción.
Ese horizonte político lo mantuvo como actor central de la política que de otro modo hubiera perdido de antemano en la pelea por la sucesión que lideraban Eduardo Duhalde y Fernando de la Rúa. El radical posteriormente llegó a la Presidencia.
Por otra parte, desde el regreso de la democracia los comicios legislativos de mitad de mandato marcaron la suerte de los gobiernos en la siguiente elección. Hubo una excepción, la de la secuencia 2009-2011, cuando Cristina Kirchner obtuvo una victoria contundente pese a haber sufrido un revés dos años antes.
Ahora se vuelven a configurar datos inéditos para un proceso político argentino. Por un lado, el Gobierno dio por concluido el sueño re-reeleccionista de la Presidenta con anticipación.
El síndrome del "Pato rengo", metáfora que remite a mandatarios sin posibilidad de reelección, comienza a tallar, pese a que al mandato presidencial le quedan dos años y dos meses.
Pero lo más excepcional es que los comicios se desarrollarán con un jefa de Estado convaleciente, cuya recuperación mantiene en vilo a la política.
Esa inquietud institucional podría salvarse si la jefa de Estado retoma sus tareas sin inconvenientes una vez que se termine la licencia de un mes, pero se potenciará si los médicos que la atienden resuelven que debe guardar más reposo.
La incertidumbre está condimentada con otros ingredientes: la propia estructura de poder construida por el kirchnerismo no respeta a rajatablas la línea sucesoria que marca la Constitución.
Varias desprolijidades quedaron expuestas en las últimas semanas en las que el secretario de Legal y Técnico, Carlos Zannini, hizo lo imposible para demostrar que Amado Boudou es un vicepresidente con limitaciones.
No fue lo único que afloró. El Gabinete está marcado por las internas -históricas y renovadas- y en cuanto al rumbo económico hay dos sectores bien marcados: uno que busca una reinserción de la Argentina en la comunidad internacional y otro en el que conviven Zannini, Axel Kicillof y Guillermo Moreno que propone ratificar el rumbo asumido hasta el momento.
La Presidenta es la que debería laudar en la contienda. Alguna medida se espera para después del veredicto en las urnas.
Una simple mirada sobre la economía muestra que en los próximos dos años habrá que pagar unos 15 mil millones de dólares en compromisos de la deuda, que solo por turismo se van 7 mil millones de dólares por año -70 por ciento de la meta anual de superávit comercial- y la factura energética se eleva a 19 mil millones de la moneda estadounidense. Las reservas internacionales están hoy en 34 mil millones.
En este sentido, fuentes del sector energético consideran que una suba de tarifas es imposible de posponer. Esa medida limitaría el consumo. De lo contrario, ante los primeros calores volverían los cortes a usuarios residenciales.
.Grilla
Por lo pronto, el trance de salud de Cristina Kirchner le permitió mejorar sus índices de popularidad y también la imagen del electorado sobre la gestión nacional. En eso coinciden distintos encuestadores, quienes también señalaron que ese repunte no tendrá correlato en las elecciones distritales.
Así las cosas, los comicios de este domingo no solo definirán la composición del Congreso nacional en los próximos dos años, sino que acelerarán la pelea por la sucesión y dejarán plantada una grilla de candidatos.
Sergio Massa, Daniel Scioli, Mauricio Macri, Hermes Binner y Julio Cobos seguramente formarán parte de ese pelotón de punta.
El desafío para todos esos presidenciables será sostener luego ese estatus con dos años por delante.
Al persistir la fragmentación partidaria derivada de la crisis de 2001, lo más probable es que haya al menos tres ofertas presidenciales fuertes en 2015.
Scioli y Macri no tienen reelección en sus distritos y ya adelantaron que jugarán todas sus cartas a la cúspide del Ejecutivo. Es difícil que Massa postergue sus pretensiones.
Al mandatario bonaerense no le sonreirán las urnas, pero a la vez es el mejor posicionado para liderar a una estructura de gobernadores e intendentes que busca un referente en quien garantizar su perdurabilidad territorial.
Por esa carencia de estructuras partidarias fuertes todo indica que, aun con su baja performance, el Frente para la Victoria volverá a ser la fuerza más votada a nivel nacional.
Sin embargo, los sectores agrupados en el ultrakirchnerismo promueven otras alternativas para la sucesión de su líder. De ellos surgió la idea de encumbrar al todavía ignoto gobernador de Entre Ríos Sergio Urribarri a la Jefatura de Gabinete.
Mientras tanto, Massa disfruta de su luna de miel con el electorado. Este domingo se espera un discurso de candidato presidencial. El lanzamiento formal lo postergaría para los primeros meses de 2014. Todo parece muy precipitado e inestable.