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Este tratamiento es conocido coloquialmente como "matar el nervio". Consiste en la extirpación del paquete vásculo-nervioso que se encuentra en el interior del diente y es el causante del dolor dentario, cuando la patología cariosa llega a la cámara pulpar. Si las caries no se tratan a tiempo, el nervio dental sufre una pulpitis irreversible, no dejando alternativa alguna que realizar el tratamiento de conducto.
Por medio de unos instrumentos especiales (limas endodónticas) se limpia el interior del diente dejándolo libre de infección. Luego de este procedimiento en donde la irrigación es fundamental de igual manera que la instrumentación (limado), se procede a obturar los conductos.
El objetivo de la obturación es sellar las interfases del conducto desde su extremo apical al coronal, es decir en toda su longitud. Existen diferentes anatomías de los conductos según el diente a tratar, hay dientes que presentan un conducto, dos, tres o cuatro. Se ha encontrado hasta cinco conductos aunque no es lo habitual.
La endodoncia pretende limpiar cada conducto y dejar el diente apto para su posterior restauración. Los pacientes se preguntan "¿cada conducto finaliza con un perno y corona de forma obligatoria?". La respuesta es no, sin embargo hay que evaluar cada caso en particular. Lo que define la rehabilitación postendodóntica es el remanente de tejido sano que queda una vez finalizado el tratamiento endodóntico. Hay situaciones en las que el diente se restaura con una resina de forma directa y otras en que la necesidad nos obliga a utilizar sin otra alternativa un perno o un poste. Normalmente los primeros síntomas de pulpitis son dolores pulsatiles principalmente a la noche, sensibilidad al frio o el calor, estímulos al comer alimentos dulces o ácidos, hasta llegar a dolores constantes durante todo el día.
Si no se concurre al profesional esta inflamación pulpar, evoluciona a una necrosis con un absceso que complica la terapéutica. Algunos pacientes creen que el diente se seca y se rompe más fácil, las investigaciones demostraron que solo se deshidrata el 9 % de su estructura. Por ello los tratamientos de conductos son una terapéutica predecibles con un pronóstico favorable a largo plazo.
