En la columna anterior, hemos hecho referencia al concepto de género fantástico según los lineamientos que propone Todorov, y posteriormente, hemos hecho una introducción analítica que permitiría el abordaje de los films "El Resplandor" (1980) y "Los Otros" (2001); y la relación entre este último film y la novela de Henry James "Otra Vuelta de Tuerca" (traducción de editorial Andrómeda, Buenos Aires, 1991). En la presente columna, me gustaría profundizar en el concepto de lo fantástico. Específicamente, me resultó interesante la definición de "Literatura Fantástica" que efectúa Jaime Rest en su libro "Conceptos fundamentales de la literatura moderna" (Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1979). A continuación, quiero compartir las palabras de dicho autor (pág. 66 y 67):
"El surgimiento de la literatura fantástica moderna es una típica consecuencia de los conflictos que afronta el pensamiento europeo desde la instauración del Romanticismo. En la Edad Media prevaleció una cosmovisión sobrenaturalista que hizo posible, en literatura, la proliferación de cuentos maravillosos en los que se admitía de manera espontánea y normal la existencia de "otro mundo", del cual procedían todos los hechos insólitos o extraordinarios que se introducían en la vida humana de "este mundo" y la perturbaban. En tal contexto histórico se consideraban usuales la presencia de hadas, los milagros de los santos, la acción de Satanás o de sus prosélitos, las magias y taumaturgias de toda índole, tal como lo confirman innúmeros relatos considerados absolutamente verídicos y, por supuesto, verosímiles (según se desprende especialmente de multitud de leyendas religiosas). Con el transcurso del tiempo se produjo una radical transformación ideológica que circunscribió los alcances de la realidad al mundo de la vida cotidiana, al plano del acaecer secular. Estimulada por el avance de las ciencias y el empirismo filosófico, esta nueva visión estructuró un sistema en el que la posibilidad de lo mágico, lo extraño o lo siniestro (en el sentido que se otorga a esta palabra al traducir el término alemán Unheimliche utilizado por Freud), pareció quedar excluida. La óptica empírica, racionalista y experimental de la mentalidad moderna alcanzó su plenitud con el afianzamiento de la Ilustración filosófica.
Pero en ese mismo período, cuyo apogeo puede situarse en el siglo XVIII, con la irrupción prerromántica comenzó una renovación del interés por el elemento sobrenatural, acaso favorecida por hondas convicciones que habían permanecido reprimidas en las zonas más penumbrosas del inconsciente. El intento de restaurar lo maravilloso se había tornado por la solidez del secularismo imperante, pero como alternativa emergió un tipo de concepción en que los hechos insólitos o extraordinarios son manejados literariamente con la suficiente vaguedad como para resultar compatibles con nuestra imagen de la vida cotidiana e inclusive, según opina Tzvetan Todorov, se presentan como pertenecientes a una zona indeterminada en la que no es posible establecer si tienen origen en una objetividad sobrenatural o en una subjetividad morbosa. Este fenómeno parece formar parte de un complejo proceso que ha tendido a trasladar la noción de realidad hacia un plano psicológico más bien que sociológico y del cual forman parte hechos literarios (como el avance de lo fantástico o el empleo del monólogo interior) y hechos más generales (como el afianzamiento del psicoanálisis).
Por supuesto, la denominada literatura fantástica se ha desarrollado principalmente en el campo de la narrativa y, con especial vitalidad en el ámbito del cuento que permite un tratamiento más escurridizo y alusivo de las situaciones imaginarias. La variedad de especies que admite esta producción es múltiple: el horror, lo sobrenatural, lo monstruoso, lo indeterminado, la especulación metafísica, la conciencia de la culpa o del pecado e innumerables experiencias humanas de índole fronteriza y penumbrosa han logrado canalizarse en el área fantástica. Algunas variedades de este tipo han logrado emanciparse y han constituido especies independientes, como sucede con la ciencia ficción. También la novela detectivesca parece emparentada en su origen con la producción fantástica, pues suele presentar un enigma indescifrable para la inteligencia común que requiere las dotes casi sobrehumanas de un investigador excepcional para resolverlo."
Por último. Respecto al género fantástico, si deseamos profundizar un poco más, recomiendo el texto "Fantasy, Literatura y subversión" de Rosemary Jackson (Editorial Catálogos, Buenos Aires, 1986).
Ana Carolina Erregarena
Licenciada en Letras (UBA, 1999)
Profesora en Enseñanza Media y Superior en Letras (UBA, 2002)
anacarolinaerregarena@yahoo.com