El temor a la inseguridad no es un tema de la actualidad política, y menos de la sociedad de hoy. Ya los primeros partidos socialdemócratas moderados la tenían incluida dentro de sus preocupaciones y propuestas. Lo que si estamos viendo es como se ha producido en estos últimos años un crecimiento exponencial de los hechos delictivos y de la violencia con la que se ejercen. El crecimiento de estos sucesos no tiene causa en un solo factor, de más está decir que dentro de las falencias - nos guste o no - debemos concatenar desde un déficit en los programas de prevención, pasando por el ámbito jurídico legal, tocando lo socio cultural y terminado por la situación económica reinante. Como siempre digo para estos conflictos sociales no hay respuestas mágicas pero si compromiso devenidos en planes responsables y sin temores de costos políticos. Tampoco las soluciones se obtienen haciendo cuestionamientos inconducentes con el solo hecho de mostrar interés y menos aún con evasivas o respuestas vacías por parte de los responsables. Es que toda esta clase de problemas sociales se solucionan con compromiso real; con lo que quiero decir que si el compromiso asumido no soluciona las cosas es porque quizás es insuficiente o el camino no es el correcto. Ahora bien, tampoco podemos dejar la inseguridad en manos del azar. No mucho tiempo atrás era esporádico escuchar sobre hechos delictivos, luego empezamos a escuchar a vecinos contándonos que habían padecido algún suceso de inseguridad y la exclamación era: " por suerte a mi nunca me toco". Luego empezamos a escuchar que el hecho delictivo era seguido de actos violentes… y las exclamaciones eran…" por suerte solo se llevaron las cosas y nada más…". Más cercano en el tiempo… escuchamos que los hechos delictivos son seguidos de actos de extrema violencia y muerte… y escuchamos "está todo bien por suerte solo me pegaron unos golpes y se llevaron las cosas…". Pero la suerte no debe ser el factor que separe al ciudadano de vivir en paz y seguro, de vivir con el constante miedo de ser violada su seguridad y su tranquilidad. Por ello, debemos entender que no debemos dejar la seguridad en manos del azar. Porque la mayoría de los juegos de azar podrán reiniciarse en algún momento de la vida… pero si un hecho de inseguridad violento cobra una víctima, es allí cuando se acaba todo. Para cerrar, quiero llamar a la reflexión y al compromiso social, para entender que la seguridad la logramos entre todos, con el compromiso real y eficiente.
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