Las maniobras especulativas que parecen ser el sello distintivo de la economía de estos días, han desembarcado en el seno mismo de las discusiones internas partidarias. Este contexto de intrigas, claudicaciones y transfuguismo confirma que uno de los desafíos de este proyecto de crecimiento con inclusión, sigue siendo el del fortalecimiento de su identidad política, de su núcleo de convicciones básicas.
Sometidas éstas a la presión constante de los grupos concentrados de poder, -dispuestos a dar batalla para que la próxima contienda electoral permita borrar de un plumazo las políticas de redistribución de la riqueza, de equidad social, y de restauración del rol del Estado-; siempre encuentran a dirigentes que priorizan su beneficio personal, echando a andar las más mezquinas pretensiones de perpetuación en cargos y prebendas. Dirigentes de prácticas políticas verticalistas que construyen lealtades hacia personas, nunca hacia ideas y convicciones.
Concebidas esas conductas en el marco del más crudo pragmatismo, llevan a sus abanderados de un lado para el otro del escenario político, sin más brújula que su ambición ni más mapa que la ventaja a cualquier precio, comerciando principios por cargos.
Nuestro proyecto político no puede permitirse, bajo ningún punto de vista, claudicar la más mínima de sus legítimas banderas, sin que ello signifique reconocer asignaturas pendientes ni fallas que corregir. Todo proyecto político se reformula en la marcha, pero ninguno que se precie de un mínimo de dignidad arría banderas con la premura que dicta el oportunismo.
De los tantos cambios que ha propuesto esta década política, el de la lógica de la construcción militante ha sido uno de los más trascendentes y profundos. La construcción vertical nociva, atentatoria de la participación genuina de la gente, que exige lealtad hacia un sujeto o individuo en lugar de exigir lealtad a las convicciones sobre temas centrales, por ejemplo: qué hacer con el Estado o como redistribuir la riqueza; ambas cuestiones básicas del ideario de nuestro movimiento, debe dejar paso a la construcción horizontal, participativa y plural. En palabras de la propia Cristina Fernández de Kirchner, "es necesario empoderar al pueblo, a la sociedad, de estas reformas y estas conquistas para que nadie pueda arrebatarlas". El desafío está planteado. Y la respuesta no debe esperarse de la dirigencia, sino de las propias bases, de la propia acción militante. Como aquellas que, un 17 de Octubre, -con las patas en la fuente-, dieron vida a la estampa más encantadora del origen de nuestro movimiento.
Agrupación Manuel Cáceres
Peronismo Kirchnerista
Juventud Peronista (JPBA)
Agrupación John William Cooke