Fútbol, pasión de multitudes. Frase tan escuchada y repetida miles de veces. Y nadie puede discutirlo dado que la canalización de las emociones en este tipo de eventos masivos es un fenómeno mundial. Y este punto es muy bien conocido por quienes deben guiar políticamente la vida de los habitantes de un país por lo que intentar pensar que no existe ligazón entre los destinos deportivos y políticos de una sociedad es taparse los ojos. Indudablemente Argentina necesitaba un campeón con apoyo masivo en su deporte "más popular", y solamente logran esa clasificación un puñado de equipos dado que, sin discriminar, la realidad demuestra que Boca y River están muy por encima del resto de los equipos en cuanto a la identificación del pueblo con sus colores. Un campeonato, aunque sea local, después de varios años desvía miradas y emociones, canaliza sensaciones y pasiones que podrían estar puestas en otros actos cotidianos. Aclaro que no manifiesto de forma alguna la posibilidad que exista un arreglo para que este o aquel equipo salga campeón, pero si dejo sentado que, ante ciertos síntomas de crisis en las capas populares de un país, lo mejor es desviar la mirada de los afectados a otros rumbos, conseguir o darles "otro" enemigo, y así dejar correr el tiempo para que las cosas encuentren un nuevo rumbo o terminen por descarrilar. Es que el campeón popular llevará a que las masas se regocijen con el éxito, que aunque momentáneo y efímero, los hará escapar de la realidad diaria y cotidiana, los hará pasar por alto temas que de no tener la pasión desbordada, cuestionarían. Todo gobierno sabe que necesita muchas veces desviar las miradas hacia otros extremos, así en nuestras tierras cuando se "quito la codificación del futbol" y se creó el Futbol para Todos, se dio el paso más importante sobre publicidad oficial y adoctrinamiento, pero a la vez se codifico ciertos mensajes. Ahora ya no alcanza con manejar en forma exclusiva el espectáculo más visto por los Argentinos, no llena las necesidad del gobierno de turno abrumar con pautas publicitarias que solo hablan de las buenas y acertadas acciones políticas que vienen tomando, porque al no tener campeones populares las miradas no prestaban tanta atención a los eventos, pero esto cambio un día. En estos últimos meses un movimiento de pasiones de los populares logro captar la atención de miles de fanáticos (dejando sentado que el fanatismo no es buen concejero) ahora quedará por ver su este hito logra el efecto deseado, ese de perder las miradas entre las pasiones, o solo resulta ser un breve espejismo. Bueno está el plan B, que el equipo de todos obtenga el campeonato del mundo, dado que si la selección nacional logra tan preciada presea quizás las pasiones sigan en danza y la realidad socio económica siga un camino paralelo casi como algo sin importancia. Al fin y al cabo, el futbol - o cualquier deporte popular en un territorio - resulta ser una política de gobierno, muy útil para manejar tiempos y pasiones. Por ello, el futbol es una necesidad política, y un campeón popular tapa muchas cosas.
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