Continuando con la temática del artículo de la semana pasada, Demetrio Estébanez Calderón en su definición sobre la relación entre el cine y la literatura en "Diccionario de términos literarios" (Alianza Editorial, Madrid, 1999), dice textualmente:
"(En relación a las adaptaciones del texto literario al guión de cine) Es en este campo de la adaptación donde las relaciones entre el cine y literatura han sido las más fecundas y, a la vez, las más problemáticas. Ciertos teóricos de la literatura han mostrado sus dudas sobre la posibilidad de adaptar un texto literario sin que éste pierda sus virtualidades estéticas. Si ya es difícil realizar una traducción correcta de una lengua a otra (sobre todo, tratándose de un texto lírico), mucho más lo será cuando se quiera traducir palabras en imágenes. En este sentido, advertía V. Sklovsky que "si no se pueden modificar los sonidos de un poema sin modificar su esencia, aún menos se puede sustituir una palabra por una sombra gris- negra centelleante sobre pantalla". Después de subrayar que "casi nada de la novela puede ser transferido a la pantalla; casi nada, salvo el mero argumento", lanzaba esta afirmación rotunda: "Las tentativas de utilizar la literatura con fines cinematográficos ha acabado en un fracaso" (1971). Cuando se piensa en las adaptaciones, por ejemplo, en la versión de "Edipo" por P. P. Pasolini, la afirmación de Sklovsky resulta más que discutible. Y es que, como señala J. Urrutia, el error del citado formalista ruso radica en una premisa epistemológica errónea, la de suponer que "cada signo de la lengua tiene un equivalente en el cine" (no se trata de sustituir la palabra por una "sombra gris negra centelleando…") y en pensar que las relaciones entre ambos lenguajes, verbal y cinematográfico deben considerarse en el nivel de la palabra, cuando, por el contrario, es en el nivel de la sintaxis y del discurso narrativos donde ha de buscarse la posible correspondencia. Como indica E. Fuzellier, el verdadero problema de la adaptación de una obra literaria al cine está en un cambio de lenguaje, el paso del mensaje verbal al lenguaje de la imagen.
(…) Finalmente, debe tenerse en cuenta que no sólo el cine es deudor de la literatura, sino también, a la inversa, la creación literaria lo es respecto del cine. Y lo es, tanto en el aspecto de los temas como en el de las técnicas. En el primer sentido, por ejemplo, en las generaciones españolas de Vanguardia y del 27, una serie de escritores incluyen en algunas de sus obras temas relacionados con la cinematografía, por ejemplo, F. G. Lorca: "El paseo de Buster Keaton" (1928), "Diálogo con Luis Buñuel", etc. Posteriormente, escritores como G. Cabrera Infante ("Tres tristes tigres", 1967), M. Puig ("La traición de Rita Hayworth, 1968), etc., abordan temas o realidades vinculados con el cine.
En el segundo aspecto, algunos críticos han advertido la influencia de la cinematografía en determinadas técnicas narrativas de la novela norteamericana de los años veinte (de Faulkner, E. Hemingway, J. Dos Pasos, etc.) y europea (J. Joyce, M. Proust, etc.), como la llamada de "contrapunto, fragmentación del relato, construcción en paralelo, ruptura de la temporalidad lineal (anacronía, flash- back), etc. En la narrativa española de esa época, novelistas como A. Espina, R. Chacel, B. Jarnés, etc., incorporan expresamente técnicas narrativas derivadas del cine. Esta influencia del cine en la literatura no sólo afecta a la novela sino también al teatro, como ya observó B. Brecht, refiriéndose a lo que ocurría en Alemania por los años veinte: "El teatro alemán debía no poco al cine. Hizo uso de elementos épicos de expresión y montaje afines a este último, y llegó a utilizar al propio cine, empleando material de documentales" (1970)".
La finalidad del artículo antes citado tuvo por objeto invitar al lector y/ o espectador no sólo al acercamiento a dos modos de expresión artística como lo son el cine y la literatura, sino también a la reflexión crítica sobre los temas, recursos y/ o técnicas que ambas expresiones comparten.
Ana Carolina Erregarena
Licenciada en Letras (UBA, 1999)
Profesora de Enseñanza Media y Superior en Letras (UBA, 2002)
Orientación en Lingüística
Especialización en Psicolingüística y Sociolingüística