Los cineastas podrían agruparse en numerosas categorías, pero, en especial, en dos perfectamente definidas y distintas.
A la primera pertenecen aquellos que siguen el desarrollo de las películas con el mismo interés con que leían una novela por entregas. A la otra, los que, persiguiendo la realización artística, se dedican a estudiar todos los recursos técnicos del séptimo arte, para aplicarlos prácticamente… Estos últimos no se conforman con ver películas, sino en hacerlas.
¡Difícil tarea por cierto!. Porque el cine, en su intimidad profesional, es algo mucho más complejo de lo que se imaginan la mayoría de los espectadores.
Para compenetrarse de la realización cinematográfica, no basta, por cierto, leer manuales teóricos ni monografías en revistas. Es imprescindible adquirir experiencia personal en la práctica… ¡Y la práctica de Hollywood ha costado millones de metros de celuloide, y de dólares!.
Los entusiastas del cine parecían dejados de la mano de Dios. Todas las aficiones, hasta los hobbys más caprichosos, podían ser practicadas de manera satisfactoria. Solamente los cineastas estaban condenados a estudiar el arte de filmar… sin filmar. O sea, la negación misma de su entusiasmo
¿La razón de tal imposibilidad? En esos años (y hasta no hace mucho tiempo atrás), no existían más cámaras cinematográficas que las profesionales; poseer una de esas cámaras significaba invertir varios miles de pesos. Y no terminaba ahí el problema.
El film profesional resulta, aún hoy, caro para la práctica de los aficionados; como que la película a proyectar cuesta algo más de cientos de pesos el minuto de filmación. El cine amateur en estas condiciones, sigue siendo un deporte que, para realizarlo, cuesta caro.
Gracias a los industriales americanos, europeos y asiáticos, podemos decir hoy que el cine está al alcance de todos, atento a que se han preocupado de resolver tan arduo problema. Y han fabricado filmadoras, cámaras y proyectores de muy buena precisión técnica que la de los grandes aparatos, han salido a millares de unidades, para hacer factible la filmación casera e independiente. Miles de cámaras con precios accesibles se siguen exportando para las playas del mundo, para satisfacerlos deseos tan largamente contenidos de miles de aficionados.
Hace pocos años que han comenzado a llegar al país, filmadoras de distintas categorías (profesionales y semi-profesionales, familiares), con precios variados, y en la mayoría accesibles. Esto basta para dar una idea de la entusiasta acogida que el público ha dispensado al cine familiar, como también el independiente.
Por todas partes los ojos de vidrio de las cámaras, enfocan las aptitudes fotogénicas de alguna "Greta Garbo" ignorada, o las travesuras de un bebé que, a los ojos de la madre, es el más inteligente de todos.
Todo registran las cámaras y filmadoras amateur: ¡Fiestas íntimas!, producciones independientes, eventos sociales, paseos y viajes… Al fin, tanto el aficionado como el realizador independiente han logrado poner el ojo en el visor, para poder guardar en el seno misterioso de la cámara, lo que se quiere dejar plasmado de la vida.
Y aparece la "Cineteka rincón"; hace unos meses
(dos años después de la creación de la "Asociación Amigos del Cine Independiente"), un grupo de aficionados entusiastas por el cine, decide crear un organismo registrador y acumulador de experiencias colectivas, y aprovechar debidamente los esfuerzos individuales, que se malograban en el anonimato, en función de su actuación esporádica… Y se funda la "Asociación Cineteka Rincón de Campana".
¡Es tan difícil vencer la apatía de algunas personas del ambiente artístico!... A pesar de ello, la nueva asociación va creciendo con éxito, aumentando su radio de acción, e incorporando más asociados.
Actualmente la Cineteka congrega una buena cantidad de socios; pero necesita más. La Cineteka quiere instalar, en el mediano plazo, un estudio cinematográfico, en donde sus asociados puedan trabajar con la comodidad, amplitud y elementos técnicos imprescindibles para sus propósitos de mayor aliento.
Ing. Claudio Valerio
Presidente