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» Este artículo corresponde a la Edición del domingo, 05/oct/2014 de La Auténtica Defensa.

La Lógica en la Política
Por Jorge Horacio Gentile*




Próximos a un año electoral la ciudadanía se encuentra desconcertada y apesadumbrada al contemplar el fin de un ciclo presidencial, en el que el espectáculo y los mensajes que devienen de la política, nos hacen difícil entender y discernir lo que es bueno de lo que es malo, lo que se hace bien o lo que se hace mal, alternativas sobre las que tendremos que decidir al momento de sufragar; por lo que parece atinado ensayar alguna explicación que aclare la cuestión.

La política; que es ciencia, arte y virtud del bien común; cuando se desarrolla en una sociedad democrática tiene dos dimensiones: la arquitectónica, donde se discute y deciden -por consenso o con el voto de la mayoría- actos o normas destinadas al bien común; y la agonal, en la que las ideas que se proponen y discuten, y los liderazgos que las sostienen, se gestionan o construyen para alcanzar esos acuerdos o las mayorías que hagan posible el bienestar general.

En las antípodas, otra visión, reduce la política a la dialéctica, señalada por Carl Schmitt, en la que luchan amigos y enemigos, con el propósito de acceder, permanecer, aumentar en el tiempo y en el espacio, el poder; con el hegemónico propósito de beneficiar a un líder, a un partido, alianza, grupo de personas, clientes, y corporaciones, beneficiadas con ese accionar.

Cuando se analiza o discute alguno de los temas políticos del momento, los que razonan con una o con la otra lógica de razonamiento antes señalada, parece que hablaran idiomas diferentes y las conclusiones a que se arriban son diferente y antitéticas. El consenso, que es la regla con la que se toman las decisiones políticas en la democracia, se torna así imposible.

Los buitres

Si tomamos como ejemplo el fallo del juez Thomas Griesa; confirmado por la Corte de Circuito y la Suprema de los Estados Unidos, cuya jurisdicción fue elegida por nuestro país y ratificada por el gobierno kirchnerista; y lo analizamos a la luz de los principios constitucionales con mira del bien común; tendríamos que concluir que deberíamos acatar la condena, negociar su cumplimiento y así afianzar la confianza que nuestro país tiene en la comunidad internacional. Es más, durante el juicio y antes de que quedara firme el fallo, el gobierno pudo comprar los bonos a sus tenedores, adelantándose a lo hicieron los especuladores a un previo vil, y/o haber negociado en una posición mejor que ahora, luego de la condena judicial, lo que hubiera sido mucho más beneficioso para el país.

Si, en cambio, el propósito es aprovechar la sentencia para beneficiar al poder que ejerce la actual presidenta, próxima a terminar su mandato, y a sus seguidores -razonando con la otra lógica-, lo mejor es no cumplir el fallo, tacharlo de "extorsivo", o postergar su pago hasta que asuma el próximo gobierno, como se está haciendo. De paso, agraviar al juez, calificándolo de "municipal", "senil" y de aliado a los "buitres", ganadores del pleito, y al gobierno de los Estados Unidos, para exaltar así la veta nacionalista de nuestro pueblo, que tantos dolores de cabeza nos trajo, cuando este bajo recurso fue empleado, por Leopoldo Galtieri, que llenó la plaza de Mayo, al querer justificar la invasión a Malvinas; o Adolfo Rodríguez Saa, cuando declaró ante el Congreso el default, lo que fue recibido con una ovación por los legisladores.

Las decisiones políticas no siempre reciben el inmediato apoyo de la ciudadanía, al menos hasta que se expliquen y conozcan los efectos y las consecuencias que las mismas deparan. La mejor guía para juzgarla es cumplir con la ley y obrar en función del bien común. Lo contrario, que es lo que estamos acostumbrándonos a ver, es tratar de sacarle un provecho político, para ganar más poder y derrotar al enemigo, que en la época de los nazis eran los judíos, en la del comunismo: los capitalistas, y en el populismo argentino: lo fueron los militares, Clarín, en una época Jorge Bergoglio, y, ahora, los "buitres". El odio a los mismos es lo que utiliza, esta perversa lógica política, para unir y afianzar los vínculos con una parte de la sociedad de los que quieren mantenerse o perpetuarse en el poder.

Viene al caso el rezo de Mahatma Gandhi cuando imploraba: "Mi Señor… ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles…Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes de inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo"

Córdoba, octubre de 2014.

*Es profesor emérito de la Universidad Nacional de Córdoba, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Católica de Córdoba y fue diputado de la Nación.


 
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