Es conocido por muchos, que hoy, la falta casi absoluta de verdades, con odios y rencores, está enquistada en nuestra población, gracias a un recontrol absoluto de la familia de un sector de nuestra nación.
El efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio de las facultades intelectuales del hombre, hoy está en decadencia.
La educación que es la actividad por medio de la cual las personas adultas de un grupo social, transmiten a los niños y jóvenes los elementos constitutivos de su cultura a fin de desarrollar sus aptitudes e integrarlos a la sociedad.
Ética o moral es la base de la convivencia de una sociedad y sin ella se produce la rotura de la cultura, educación y familia.
Por consiguiente el camino para recuperar un país que adolece, en una gran parte de la sociedad de todo lo antedicho, es la cultura, educación y ética.
Si ya conocemos las falencias, debemos por lo tanto, ver cuál es el camino a seguir en el futuro.
En primer lugar creo que las mentiras, odios y rencores, es hacia aquellos que han logrado como mínimo algo de cultura y tienen el bien de una familia formada y que recibieron de sus mayores la educación que le abrió el camino de una formación que les permitió progresar.
En particular, opino que, el primer generador de cultura es la familia. Recomponer la familia no es una tarea fácil pero no imposible. Los padres deben tener la ayuda profesional para conocer cual es el comportamiento cultural para con sus hijos, que en general ellos no lo han tenido. Que la indigencia no es causa de incultura ni falta de ética. Que realmente, hay que explicarle, que ninguno se ocupó de ellos anteriormente.
Inducir a esos padres que el futuro de sus hijos está muy comprometido si no se educan y culturizan en el conocimiento, que lográndolo, podrán tener acceso a la cultura del trabajo con la ayuda de la formación laboral.
Entre todos debemos reconstruir la educación y formación de las personas olvidadas y para ello debemos organizarnos para realizar una verdadera revolución cultural, donde no exista la discriminación por nivel social, religioso ni de razas, para poder enriquecernos culturalmente todos y llevar a nuestro país a lo más alto entre las naciones del planeta.
Es posible, sí es posible, con voluntad, generosidad, ética y trabajo denodado, porque amamos esta patria que nos vio nacer y estamos en deuda con ella.
Miguel Angel Dipaola
