Entrevista exclusiva con el verdulero baleado en la cabeza en el barrio Villanueva. Cuenta cómo fue su período de rehabilitación y el hecho de volver a reabrir su negocio. "Lo que nos sucedió nos dio vuelta la vida", afirma este hombre que prácticamente nació de nuevo.
Muchas veces las noticias violentas suelen ser parte importante de la tapa de los medios y luego se van perdiendo paulatinamente con la llegada de otros hechos nuevos que van desplazando, inconscientemente, a la noticia anterior. Ahí es donde el lector pierde contacto con la realidad y la vivencia de dichos intérpretes.
Lo que pretendemos hoy es seguir la historia de la noticia, para que todos sepamos cómo fue evolucionando; en este caso con un final feliz dentro de tanta incertidumbre.
Son más de las seis de la tarde. El cielo está totalmente nublado y en espera de lo que parece una larga semana de lluvias.
En la verdulería ubicada en pleno corazón del barrio Villanueva, calle Chacabuco, entre Castelli y Castilla, nos esperan amablemente dentro de su negocio Miguel Ángel Chemes y su mujer, Laura Busquets. Ellos, junto a Nicolás, uno de sus hijos, fueron las víctimas de aquel violento asalto ocurrido en el 9 de septiembre pasado aproximadamente a las 19.30 horas, donde el dueño del lugar, Chemes, recibió un disparo en la cabeza y su mujer, una feroz golpiza por parte de los delincuentes.
"Al negocio lo abrimos por necesidad porque es la única entrada que tenemos. Todavía nos dura el miedo por temor a alguna represalía", nos cuenta este hombre sentado y apoyado detrás de un cajón de naranjas.
"Parece mentira. Es un sueño poder estar acá. Estuve 30 días en coma, y luego empecé a caminar, escribir, escuchar, hacer cosas poco habituales en una persona en estas condiciones. No me siento incapacitado, pero me da la sensación de que perdí muchas de mis habilidades".
Hace dos meses atrás, el negocio familiar que tiene Chemes junto a su familia, sufrió un grave asalto en manos de dos delincuentes armados, que ingresaron a la verdulería en busca de "unos pesos", e hirieron de gravedad con un tiro en la cabeza a Miguel Ángel.
Recuerda que eran dos o tres personas que estaban totalmente ensañados con arrebatarles todo, que al parecer no estaban borrachos pero sí con mucha bronca, la suficiente para descerrajarle un disparo directo a la cabeza.
Laura cuenta que "había uno que estaba muy sacado, de hecho, todavía me duran los moretones de los golpes que me dio. Al primero que entró lo saqué a la fuerza, como pude, hacia afuera del negocio, realmente no sé que les pasó por su cabeza".
¿Son conscientes que no se supo más nada en los medios luego de lo que sucedió?
"Es que fue la noticia del momento y a la semana siguiente se supo que habían detenido a unos chicos y nada más", dice Busquets, quien cuando todo sucedió cerró el negocio por completo "estuve con él constantemente estos dos meses en que estuvo en coma, la esperanza nunca la perdí, estuve en el día a día en la clínica", recordó.
Nunca va a olvidar ese mal momento: "Cuando lo vi tirado en ese charco de sangre, pensè que una parte de mi se iba con èl. Tantos años juntos hacìan que una parte mía también estaba ahí tirada, como muerta".
Chemes aclara que tuvieron una semana de seguidillas de robos previo al disparo; "hicimos una denuncia a la cuadrícula que circulaba por aquí y pensamos que no eran siempre los mismos delincuentes que nos asaltaban, que algunos, por ejemplo, eran grupos aislados de Zárate", explica que el último hecho, a su parecer era como como si hubiera sido planificado, organizado, en comparación con los primeros asaltos.
"Yo prefiero estar con ella trabajando y no con mis hijos, porque ellos tienen más temperamento para actuar respecto a nosotros, creemos que podemos manejar la situación de otra manera", afirma Chemes, que repite que en ningún momento bajó los brazos para defender a su familia.
En diálogo con nosotros Miguel Ángel recuerda "todo lo hacía yo: manejaba mi camioneta, salía y buscaba mercadería para el negocio todo el tiempo, pero como no tengo el alta médica, no puedo hacer casi nada. Pero aun sigo colaborando en todo lo que haga falta", nos dice.
No obstante, declara que pudo haber sido peor. Dice que esos dos o cinco minutos les cambió totalmente el panorama de las cosas. "Si bien no recibimos amenazas, el temor no te lo saca nadie"
¿Qué les dirías a las personas o comerciantes que pasaron por lo mismo que usted?
"Que no tengan miedo, que cuiden lo suyo, que es muy valioso. La vida no tiene precio. Los médicos no me daban esperanzas, sin embargo pude contarlo. Todos me daban por muerto y aquí estoy, luchando cotidianamente, recibiendo el afecto de los otros vecinos, que se alegran de verme".
Es como un sueño poder estar acá, vivo y atendiendo la verdulería.
"Cuando lo vi tirado en ese charco de sangre, sentì que una parte de mí se iba con él".
Al negocio lo abrimos por necesidad.Es la única entrada que tenemos.