Su puesto era de insider derecho. Muy buen dribleador. Individualista por excelencia. Era un eficiente elemento para esa delantera eficaz de Villa Dálmine del ´61, que tenía además, en sus atacantes aquilatada experiencia.
Nació en Zárate, el 7 de mayo de 1933. Prácticó fútbol y natación. El deporte fue su ideal companía en horas libres. Finalmente, se dedicó en especial al primero de ellos a los 9 años en el baby futbol, integrando el combinado de Zárate y Campana, que jugó ante el Racing Club de Avellaneda.
Componían el elenco de nuestra zona, entre otros jugadores: Carbone, Arnaldo Adolfo Croce y Neri Acciardi.
A los 14 años aparecía como un interesante valor en la línea media del Club Dorrego de su ciudad natal, donde llegó a la primera, pasando luego por varias instituciones de ese medio como Comercial, Central Buenos Aires, Club A. Independiente y Maipú.
Integró el plantel campeón de la entonces denominada Tercera de Ascenso de AFA, en donde estuvo presente en 25 partidos oficiales.
Fue protagonista del primer ascenso de la entidad Violeta, junto a Masuelli, el "Bagre" Torres, Chiller, Eduardo Gutierrez, Benigno Cordero, Bellochi, Saffores, Coronel, Dopazo, Chiarle, Monteiro, J. Gonzalez, Félix Prelato, Boreán, el "Pájaro" Menendez, Cesáreo, Pussino, D. Pepe, Godoy, Torello y R. Moyano. DT: José Marante.
Dicen que con el paso de los años, uno siempre retorna a aquellos lugares donde amó a la vida. En este caso vinculado con el deporte, que es definitivamente un complemento ideal en la vida de cada persona. Y Oscar Ismael Montero, como lo señala su documento de identidad, o la "Yiya" como lo apodaron sus amigos y la hinchada, apareció en silencio una tarde en la platea de esa cancha donde él mismo jugó aquel 20 de junio del ´61, en el día de su inauguración, en ese cotejo amistoso ante el Club Atlanta. Y se reencontró no solo con ese lugar tan conocido, sino además con dos compañeros del ya citado plantel: Zoilo Massuelli, quien fuera arquero titular y Felix Prelato, que fuera también campeón de nuestra Liga en el ´55 en el desaparecido Club River.
Recuerdo esa tarde del 2005, cuando Oscar miró la tribuna que dió espaldas a las vías del ferrocarril. Leyó el nombre que recuerda a Luis Cesáreo y no pudo ocultar su emoción y me dijo: "Con Luis nos conocíamos bastante. Fue un gran tipo al que nunca olvidaré, como a los demás muchachos del ´61. Y pensar que teníamos similitudes en algunas cosas, pero él era mucho mejor que yo cuando dentro del área había que definir las jugadas".
Días pasados nos llegó la triste noticia de su muerte. Fue siempre un agradecido por lo que la vida le deparó en su trayectoria vinculada con el deporte.
El tenía muchas historias para contar y para nosotros fue un placer reencontrarnos después de 44 años, en ese lugar que en su juventud le deparara tantas alegrías.