El destino y los vaivenes del mundo de la pelota, lo llevaron a jugar siempre en el fútbol del ascenso y pese a sus condiciones naturales, la chance de dar el salto a Primera, se le escurrió como el agua entre las manos cuando se le presentó la posibilidad de ser visto en San Lorenzo.
Recuerdo aquella reunión en la localidad de Lima, en el hogar de la familia Avigliano, muy relacionada en aquel momento a la entidad ya citada, todo se malogró a causa de aquella lesión que nos dolió a todos, cuando una tarde, siendo local Dálmine y enfrentando al Deportivo Italiano, en una jugada intrascendente, en la mitad de la cancha, del lado de la tribuna local, denominada Roberto Frattini, el jugador Cejas se tiró con fuerza a sus pies y un ruido y gestos de dolor, anunciaron una seria lesión, como lo fue la fractura de tibia y peroné.
En ese amargo momento de su exitosa carrera deportiva, lo fui a visitar y le expresé: "con el despertar de cada mañana, se inicia un nuevo día, es decir que la vida continúa y llegará ese momento en que volverás a jugar con la misma calidad de siempre", y me respondió: -"Este tipo de cosas son las que me dan fuerzas para continuar y querer recuperarme".
Este entrerriano de los pagos de Concepción del Uruguay, un día llegó en silencio a Villa Dálmine y durante varios años nos deleitó con la magia de su fútbol.
En 1978 jugó con Zitta, Hugo Cefo, N. Córdoba, Alberto Martínez, José Luis Schaer, Ramón Contte, Luis Redondo, Cassinerio, Carlos A. Vásquez, Miguel Benítez, Pedro Bases, y Mirabelli, entre otros.
En el ´82 viviría su primera gran alegría, cuando integró el plantel campeón de Primera "C". Fue para él inolvidable aquella tarde en Luján, cuando con esta alineación dio su primera vuelta olímpica: Lergen, González, Schaer, Maidana y Juan Díaz; Juan A. Martínez, Hugo Sosa y Portillo, Gallardo, el "Tigre" Saucedo y San Martín, luego también jugarían Correa y Esteban Mazzeo.
Otro halago se repetiría en el ´84, cuando el "viola" fue Campeón del Torneo Octogonal de Primera "C" y tenía como director técnico a Rubén Glaría y como compañeros de emociones a: Lergen, Latreite, Correa, Schaer, Di Rissio, Villanueva, Iervasi, Pérez, Hugo Sosa, al "Nene" Basualdo, Eusebio Gómez y Ugarte, entre otros.
En el primer título del ´82, señaló 16 goles, a 2 de Saucedo que fue el goleador. Al "Chiqui", fue una delicia verlo jugar de tres cuartos de cancha en adelante, con su gambeta corta, su inteligencia para atraer marcadores y provocar vacíos, que aprovechaban los compañeros, yendo a buscar sus pases gol. Además, él tenía la virtud de llegar a la red contraria, con tantos de real categoría.
Portillo, un ex jugador de físico pequeño lo cual no le impedía mostrar la magia de su futbol de alto vuelo en la cancha, en el ´85 jugó con José Celiz, Ernesto Corti, Sayago, el "Sapo" Barrios, el "Nene" Basualdo, Panichelli, y Guerrero, en el buen equipo de Roberto Resquín.
Después, debido a su reconocida trayectoria que cumpliera durante varios años en la institución, se le otorgó el pase libre y actuó en Comunicaciones. Hoy vive en la ciudad de Baradero.
Si bien es cierto que en esta alocada vida moderna en que vivimos, lo que hiciste ayer "ya fue", también considero justo volver a valorar ese pasado. En este caso a este deportista que nos regaló la magia de su fútbol.
*Texto publicado en el libro "Por el Camino del Recuerdo"