Fue un "Bagre" que conoció el Puerto, pero nunca le gustó el río. Desde su infancia este apodo lo hizo más popular que su propio nombre. A los 13 años Pedro "Pilo" Luchetta, hacía su debut en la Primera de Alumni, luego pasaría a Defensores Unidos de Zárate y después volvería a Campana para ser campeón en San Lorenzo. Y precisamente en esta entidad a los 16 años, y en el mismo puesto inicia su carrera deportiva Reinaldo. Luego un año en Atlanta y el retorno a nuestra ciudad para seguir en diferentes clubes de la zona atajando a lo largo de 18 años.
Se incorporó a Villa Dálmine cuando tenía doble afiliación lo que permitió estar en el torneo oficial de la Liga Campanense y ser el tercer guardavalla del "Viola" Campeón de 1961 del certámen de la "D" de AFA.
Estuvo presente en distintas etapas de la vida de esta institución. Conoció muy de cerca el ascenso y también en 1968 el descenso. Pero el fútbol siempre da revancha. Y esto sucedió al año siguiente en Defensores Unidos de Zárate, en donde salieron campeones y llegaron a Primera "C" y pudo demostrar que este "Bagre" aún fuera del agua, tenía mucho oxígeno. Tanto que podía sacar de palo a palo una pelota con destino de red. Esto le permitió estar hasta 1972.
Pero uno siempre vuelve a su viejo amor. Por eso no nos extrañó su retorno a Villa Dálmine en 1973. Compartió la valla con Durich, Hugo Cefo y Carlos Pérez.
Del ´74 al ´79, milita en el Club Puerto Nuevo. Con su aquilatada experiencia pasa a ser uno de sus referentes del equipo. El 30 de setiembre del ´78, por la segunda fecha de Primera "D" tiene un excelente desempeño en aquel empate 0 a 0 ante Sacachispas.
Esa tarde, Puerto Nuevo formó de esta manera: Reinaldo Torres; Omar Pichinelli, Carlos Navazzotti, Luchetta, Antonio Samper, Enrique Espinosa, Pilar Cherey, Hugo Ponce, Alberto Filopski, Antonio Sodero y Francisco Valentini. Y su Directo Técnico fue Orlando Contreras.
Cuando Pablo Balugano tuvo la felíz idea de realizar un partido amistoso de veteranos entre ex valores que militaron en Villa Dálmine, y como no podía ser de otra manera a Reinaldo le encantó esta posibilidad de volver, a pesar de no tener por razones lógicas el físico ideal para este tipo de competencia, integró uno de los conjuntos en una mañana plena de nostalgias.
Este popular deporte, cuando el tenía de compañia la red, le deparó en su trayectoria momentos gloriosos y depresiones pronunciadas.
Como ya lo señalé vivió la dicha de ascender de categoría y la tremenda amargura de descender. En ambos casos, en mayor o menor nivel de rendimiento, lo dio todo no se guardó nada.
Y teniendo buena conducta, se hizo acreedor al aprecio, tanto de sus propios compañeros, como así también de sus ocasionales adversarios. Nadie puede negar, que a fuerza de empeño y sacrificio llegó a ser un valor conocido en el ámbito del ascenso. El paso de los años, le hizo ganar confianza. La virtud que tuvo es que sabía escuchar los consejos. Su amor por este puesto tan ingrato, lo llevó a laburar con todo. Entonces el "Bagre" no tenía problema de atajar en el área seca y pese a estar lejos de su habitat natural, nunca le faltó aire. En tardes de lluvia disfrutó en zonas de ausencia de césped y presencia de barro.
Por todo lo que nos supo dar en esta vida, lo recordaremos siempre con ese mismo afecto que él sentía hacia quienes tuvieron la dicha de conocerlo.