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» Este artículo corresponde a la Edición del jueves, 29/sep/2016 de La Auténtica Defensa.

Una pretendida "paridad" en reemplazo del mérito
Por Mario Trila




@MarioTrila

¿Podría sancionarse una ley que obligue a todos los participantes de una carrera a llegar a la meta al mismo tiempo? No. Si lo hicieran ya no tendría sentido el esfuerzo. Por la misma razón no tiene sentido promover una "paridad", en salvaguarda de uno de los géneros, anulando el mérito y el esfuerzo.

Podría afirmar sin temor a equivocarme que las mujeres que se han destacado en la humanidad, y se han ganado un lugar en la historia, de las cuales tomaremos como ejemplo a solo unas cuantas de ellas: Ana Bolena, Marie Curie, Virginia Woolf, Ayn Rand, Indira Gandhi, Coco Chanel, Madonna; no apoyarían la propuesta de ley de "paridad" que vienen promocionando desde el massismo.

En especial, no lo harían porque ellas se ganaron su lugar en base al mérito de sus acciones y a la inteligencia con la que supieron desplegar sus alas para destacarse por sobre los de su tiempo.

No la apoyarían porque también defendieron a la mujer pero lo hicieron claramente desde sus actos, demostrando que la mujer es igual o quizás mejor que el hombre a la hora de pensar, desarrollar proyectos e investigaciones, o ejercer cargos públicos -entre tantas otras actividades en las que han brillado mujeres-; pero en los casos mencionados como ejemplo y en muchos otros que pudiéramos tomar, no se trató de un puesto o un cargo regalado, u obligado por un cupo coaccionado mediante la ley, sino de un mérito ganado.

Inclusive en los pocos casos abordados, las mujeres que lograron destacarse en la historia lo hicieron a pesar de las circunstancias desfavorables de sus épocas. La pasión, el trabajo y el compromiso personal han sido las únicas herramientas con las que se acreditaron el mérito, ganado en base a la inteligencia individual, el talento, el pensamiento libre, el esfuerzo tenaz, la capacidad de liderazgo, el diálogo y amplitud de miras, la coordinación, el estudio, la investigación, la voluntad y la férrea actitud de influir y cambiar hasta aquello que al resto de los mortales les parecía imposible.

Aristocracia de género

Recordemos que en una república todos los ciudadanos somos iguales ante la ley. Sin embargo tenemos actualmente en Argentina una facción de políticos que, valiéndose de las nuevas antinomias gramscianas apostadas en el "género" pretenden volver a una suerte de aristocracia, ya no de sangre sino de género, que vendría a ser concedida ya no por el Rey sino por la Ley; donde unos ciudadanos, por pertenecer a un género determinado, podrían obviar todo tipo de filtros meritocráticos y todo mandato de igualdad ante la ley, en pro de una farsa igualitaria que -tal como se ilustró al principio- permitiría a unos sin esfuerzo llegar a la meta al mismo tiempo que el resto de los individuos que han invertido gran parte de sus vidas para lograrlo.

Se trata de una coacción pro igualitaria, conocida en la jerga como "igualdad por medio de la ley" o igualdad socialista de nivelación inversa, en detrimento de su antítesis: la "igualdad ante la ley" o igualdad republicana y meritocrática.

El sistema republicano y la meritocracia

La igualdad ante la ley es la piedra basal de toda República donde exista un Estado de Derecho o gobierno de la ley. Significa que todos los ciudadanos, sin excepción, son iguales ante la ley. Se suscribe a cada individuo a las mismas reglas, partiendo de una misma largada; con los mismos derechos y reglas claras.

Los derechos que otorga el sistema republicano son pocos y muy significativos: derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad. Se vislumbra y se garantiza dentro de ellos: la seguridad, la justicia y el derecho de propiedad.

Ejerciendo su propia libertad, cada ciudadano de la república podría colocarse sus propias metas -su propio sueño americano-, esforzarse y procurar cumplirlas, manteniendo siempre lo obtenido y ganado en el proceso, tal como lo garantiza el derecho de propiedad, lo cual significa que el mérito y el esfuerzo individual son tácitamente una parte indisoluble del sistema.

Lo contradictorio

El sistema republicano nació para abolir todo tipo de castas y privilegios. El hecho de pretender transformar al "género" en una forma de privilegio, imponiendo mediante la ley unos "nuevos derechos" que se dan de bruces contra la igualdad ante la ley, implica una total tergiversación de los principios en los cuales se basa el sistema republicano. En definitiva, buscar la instauración coactiva de privilegios -o cupos obligatorios- significa como mínimo una pretensión inconstitucional, y representa una acción decididamente anti-republicana.

Mario Trila / @mariotrila


 
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