Hoy se organiza una caravana de autos en contra de la instalación de peajes en la Ruta 6. Desde esta columna quiero convocar a los vecinos de Campana a participar de ella. Porque solo juntos podremos hacer oír este reclamo y lograr que la Gobernación cambie de parecer, corriendo las cabinas hasta el límite con Exaltación de la Cruz o, de lo contrario, que exima a los vecinos de los barrios circundantes de su pago.
Pero, al mismo tiempo, debo señalar que estoy de acuerdo con el cobro de aranceles en la Ruta 6. No en el interior de Campana, lo repito, pero si en diversos tramos como está previsto. Durante años nos hemos quejado del estado de este camino, destrozado por los camiones que van y vienen, sin iluminación en grandes tramos ni banquinas donde detenernos con seguridad ante cualquier emergencia. Para hacer esas cosas, se necesitan fondos. Plata. Como cualquier autopista o ruta que se precie de estar en buenas condiciones.
De todas formas, pienso que hay otras maneras de financiamiento incluso más lucrativas, como puede ser el pesaje de los camiones y el pago de un adicional a los más pesados. Notas que se deberían tomar para que el costo de las mejoras en la ruta no recaiga enteramente en los vecinos de pie.
Por otra parte, me gustaría reflexionar un poco sobre el tema ABSA. Algo ya adelante en la semana pero quiero volver a explicar mi posición aquí. Una postura que es histórica, vos sabés, y que nunca ha cambiado desde que soy concejal.
Me opuse a la privatización de 1994 cuando Dellepiane, antes de finalizar su mandato, envió el proyecto para concesionar el agua. Me opuse en ´98, cuando el PJ logró privatizarla a manos de Aguas de Campana. Y por supuesto me opuse en el 2008, cuando vino ABSA.
¿Tenía una bola de cristal que me daba la imagen de lo que sería estas empresas? No: tengo la firme convicción de que la prestación de agua debe ser responsabilidad exclusiva de la Municipalidad de Campana, que debe custodiar su preservación y garantizar su distribución.
Recuerdo especialmente la discusión ante la llegada de ABSA, cuando se argumentó que venía para solucionar todos los problemas. Aguas de Campana no había hecho ninguna inversión, el Gobierno no le hizo cumplir el contrato y finalmente lo premió con más de dos millones de pesos para que se vaya y no haga juicio. Algo vergonzoso. ABSA iba a ser superadora: el remedio terminó siendo peor que la enfermedad.
La gobernadora debió haber dejado en manos de los Municipios el servicio de agua potable antes de dar el guiño para un aumento fortísimo y que no se condice con el servicio que recibimos. Es el momento de actuar: el intendente debe ponerle fin al contrato con ABSA y buscar un reemplazo. Y espero que ese sea el Estado municipal.
Un fuerte abrazo,
Carlos Cazador
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