La problemática de inseguridad tiene diversas vertientes de las cuales se alimenta. La falta de oportunidades, el retroceso educativo y la marginalidad económica son flagelos que castigan a nuestro país. Lo hacen desde hace tiempo, es verdad, aunque lejos ha estado esta "década ganada" de detener su implacable avance. Y en especial, en aquellos sectores más postergados.
Sin embargo, hay otro elemento que nos está carcomiendo desde adentro: la violencia.
Violencia pregonada desde arriba hacia abajo, porque el pueblo trabajador quiere paz. Me lo cuenta a mí en cada esquina de los barrios. Pero el mensaje de ira, de división, insiste y persiste. Y a esto se suma lo que se hace con esa violencia. Mejor dicho, lo que no se esta haciendo. Me dirán que es difícil que las entidades oficiales perciban a tiempo casos de violencia de género, porque pertenecen al ámbito privado. O que suceden en ámbitos o en momentos difíciles de anticipar, como le ocurrió a Micaela García. Pero yo les digo que se puede hacer algo.
Las manzaneras bien podrían ser capacitadas para detectar problemas en el seno familiar. Entrenadas en serio, no para la foto de los medios tras concluido el taller. Con la elaboración de reportes, la revisión de profesionales y la constatación con denuncias policiales y judiciales existentes. "Irma, de esta denuncia no hay indicios en los reportes de tu manzana. ¿Qué pasó?". "Estuve hablando con una chica que vive a dos casas de la mía y me parece que tiene serios problemas con el marido, dejé todos sus datos en la planilla".
Quiero un sistema así. ¿Quiénes mejor que las manzaneras para advertir la violencia doméstica? Creo que nadie. El rol de las manzaneras muchas veces se ha desvirtuado de su función principal, para terminar siendo militantes ambulantes del gobierno de turno. Acá tenemos una oportunidad de revertir esta situación y combatir una de las peores expresiones de la violencia allí donde hace más daño: en el seno familiar.
Por otra parte, en las salidas a los boliches y bares es menester reforzar la presencia policial, pero con especial énfasis en las peleas y discusiones que se dan cuando termina la fiesta. Por supuesto, si se puede detectar y evitar un secuestro en pleno proceso, mucho mejor. Pero muchas veces, los peores casos comienzan con los gérmenes de los celos o con el exceso de alcohol. Indicios claros que personal entrenado puede detectar.
Sin dudas, es el Estado Municipal el que tiene la facultad de convertir estas ideas en realidad. Y tiene las herramientas para hacerlo, se las hemos dado a lo largo del año, aprobando presupuesto, ampliaciones y la firma de convenios. Como vengo diciendo hace tiempo, las excusas se agotan y ya es tiempo de empezar a mostrar resultados.
No alcanza con un afiche de lindo diseño. No son suficientes las campañas de concientización si no están dirigidas a las personas que pueden detectar y dar aviso de este tipo de problemas antes de que estallen. Tampoco cambia nada una columna de opinión en el diario del domingo. La única persona que puede decir basta y empezar a darle lucha sin cuartel a tanta violencia desatada es el intendente.
¿Podrá resolverlo todo? Es imposible. No obstante, destinando más y mejor presupuesto a Prevención Ciudadana, poniendo a funcionar en serio el Consejo Consultivo de Seguridad y generando espacios de contención, apoyo y concientización sobre violencias e inequidades de género, nos estará mostrando el camino.
Un fuerte abrazo,
Carlos Cazador
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