Me voy a temer en terreno escabroso. Lo sé: el horno no está para bollos. Pero después de años de estar metido en el día a día municipal, creo que estoy más que en condiciones de opinar sobre el conflicto entre el Gobierno y el Sindicato de Trabajadores, cuyas diferencias no hacen sino revelar la triste realidad que (sigue) subyaciendo detrás: la precariedad en las condiciones laborales de los empleados de la Municipalidad de Campana.
Los trabajadores que se ven rehenes de una puja que tiene mucho de política, hay que decirlo, a pesar de que en la superficie se hable de paritarias, salario digno, inflación y pérdida de poder adquisitivo. Desde ya, no estamos negando la necesidad de que el trabajador de este municipio cuente con una retribución acorde a los servicios que presta y actualizada año a año según el índice de aumento de precios. Eso es un derecho indiscutible que los municipales han ganado a partir de su inquebrantable lucha.
Sin embargo, hay otro condicionante que afecta a su situación de fondo y es la falta del diseño de una carrera de empleado municipal. Y no es un dato para nada menor. Cualquier trabajador necesita incentivos para desarrollarse, un horizonte en el cual proyectarse. Esto ha desaparecido por completo en Campana: hoy los empleados tienen la sensación de que solo ascenderán por amiguismo o favoritismos políticos, sintiéndose encadenados al puesto donde les tocó entrar.
El desarrollo de una carrera municipal apuntalaría sin dudas a cada uno de los integrantes del plantel y les haría saber que si se esfuerzan, son responsables y se preocupan por los vecinos, es solo cuestión de tiempo para que estén en un nuevo y más alto escalafón. Que serán retribuidos por los aportes que realicen. Que contarán un programa constante de capacitación que los hará mejores profesionales. Que tendrán un proceso de selección y confirmación transparente de cara a la ciudadanía y que, a su vez, atienda a su formación y expectativas. Es hora de que el Municipio modernice su estructura y la mejor forma de hacerlo, sostenemos los vecinalistas, es adoptar técnicas de Recursos Humanos más parecidas a los de una empresa que a la conformación de un partido político.
Esperemos que algún día este desafío se tome en serio. Las cuestiones que debatimos como comunidad solo pueden resolverse con la ayuda de un Estado del siglo XXI. Insisto: el tema salarios es clave en esta agenda. Pero también debería serlo, tanto para el gremio como para el Gobierno, la revitalización de la carrera del empleado público. Salvo que ambos le teman a un trabajador independiente, con perspectivas de crecimiento basadas solo en su propio esfuerzo, y cuyo único compromiso sea con los vecinos de esta ciudad.
Un fuerte abrazo,
Carlos Cazador
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