Te invito por unos momentos a que nos pongamos a pensar en la Campana que teníamos hace no mucho tiempo atrás. En todas esas obras que faltaban y nunca llegaban, en todas esas horas de incertidumbre y temor que vivíamos cuando nuestros hijos salían de casa y no estábamos seguro de que nada les iba a pasar. En la ciudad con la que soñábamos y nadie parecía que era capaz de convertirla en realidad.
Esa Campana no quedó lejos. Todavía es un recuerdo fresco porque -¿de qué sirve negarlo?- muchos de sus problemas se continúan arrastrando. Los delincuentes todavía están en las calles y en la mayoría de los barrios la infraestructura da problemas todos los días. Quiero decir: no habitamos en una urbe modelo. Pero nadie puede negar que estamos en una ciudad en cambio.
A partir del 10 de diciembre del 2015 el Estado se ha transformado en eso que nunca debería haber dejado de ser: un instrumento para mejorar la calidad de vida de los vecinos. Pongamos como ejemplo las obras en el barrio San Cayetano, vitales para evitar que esta zona continúe siendo víctima de las inundaciones. Eran trabajos de los cuales se hablaba desde hacía años y, no obstante, nadie quiso empezar, por desconfianza tal vez en su traducción a votos en las urnas. Pues bien: este Gobierno puso como prioridad esas obras que hoy son el presente del San Cayetano y la garantía de un futuro sin agua entrando en sus casas.
En la lucha contra el delito, las fuerzas de seguridad están muchos más presentes. No pasa solo por el número de efectivos en las calles: se trata de la implementación de un plan y una estrategia concretas para reducir la inseguridad en todo el partido. Centros de monitores, cámaras, capacitación personal de la Policía Local, más cuadrículas de patrullajes, nuevos móviles. Y así podríamos seguir. La profesionalidad de quienes hoy conducen la Secretaría de Prevención Ciudadana ha posibilitado que la balanza comience a inclinarse a favor de los vecinos honestos. La tranquilidad es un objetivo lejano, pero ahora parece una aspiración concreta.
Quiero que mi Campana siga por este camino. Lo mismo desean quienes forman parte Primero Campana. Por eso, este viernes confirmamos nuestra integración definitiva a Cambiemos, sumándome como concejal al bloque oficialista. Esto, lejos de diluir nuestras propuestas vecinalistas, las fortalece: creo que la ciudad puede tener su anhelado defensor del pueblo en pocos meses. Lo estamos conversando, hay otros proyectos dando vueltas pero no tenga dudas de que vamos a avanzar.
Ahora el cambio necesita tu apoyo. El intendente Abella precisa ver respaldada su labor. El proyecto político que encarna Cambiemos requiere fortalecerse en las urnas para seguir cumpliendo con todo lo que prometió. Para, a paso firme, hacernos olvidar de la vieja Campana y entusiasmarnos con el nacimiento de la ciudad que nos merecemos.
Un fuerte abrazo,
Carlos Cazador
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