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» Este artículo corresponde a la Edición del domingo, 13/ago/2017 de La Auténtica Defensa.

Esclavos africanos en Campana
Por Oscar José Trujillo




En 1805, el Rincón de Campana fue adquirido por el Presbítero y Doctor Cayetano Antonio Escola, con dinero de la testamentaria de su abuelo materno, el hacendado del Pilar, Joaquín Cabot y Montaner, que a su muerte debió administrar. Esa oscura maniobra, ocasionó un pleito legal entre él y sus parientes, que se prolongó por más de dos décadas. Escola se había graduado en la Real Universidad de San Felipe, de Santiago de Chile, en el año 1793, en Cánones y Leyes. El mismo año se recibió de Bachiller en Teología; y en 1796, de Bachiller en Leyes. Su padre, Salvador Escola, Italiano de nacimiento y de origen catalán, poseía una panadería en la ciudad de Bs. As. que siguió en propiedad de la familia hasta 1814. En 1800, Cayetano ejercía el cargo de Defensor de Pobres y miserables.

La estancia en la que mucho tiempo después los hermanos Costa lotearon el pueblo de Campana, fue adquirida en almoneda judicial a Isabel Gil Campana, Viuda de Francisco Alvarez Campana en 1805, y aunque desde mucho tiempo atrás había diversificado su producción, vio a partir de este propietario, aumentar la gama de sus productos y el monto de sus inversiones.

La inestabilidad de la mano de obra libre, transeúntes que resistían emplearse en las estancias por los míseros salarios que se ofrecían, encontró una solución desde épocas tempranas. Como la mano de obra indígena era escasa también, muchos establecimientos decidieron dotarse de un stock permanente de mano de obra: esclavos de origen africano.

En las estancias, los esclavos realizaban múltiples trabajos, "vinculados al mantenimiento de las instalaciones, al cuidado de las ovejas, vacas lecheras y caballos, capataces de los puestos y peones o labradores", como explicaron Marta Goldberg y Silvia Mallo. Otro historiador, el querido y recordado Carlos Mayo subraya la función de los esclavos como mano de obra básica. Para él, los esclavos de las estancias ricas, constituían el núcleo de trabajadores destinados a cubrir la demanda básica tanto estacional como permanente. La que, por la fluctuación de la producción y otras contingencias excediera ese piso o techo, se cubría con trabajadores libres.

En 1810 Escola bautizaba, con licencia del Párroco de Capilla del Señor, 17 esclavos hombres y una mujer. Junto a los padrinos, todos ellos negros, sumaban un total de 22 esclavos hombres y 2 mujeres. Esta inversión, notable por cierto, responde a la estrategia de Escola de aumentar la diversificación de la producción: Agricultura de trigo, producción de harina, cría de ovinos, vacunos, equinos y mulares.

Además, Escola propiciaba los casamientos de sus criados. El mismo administró los sacramentos a varios de sus criados, incluso con cónyuges libres. Esa actitud era bastante redituable, pues permitía aumentar su dotación de esclavos, además de evitar posibles fugas. En 1813, bautizó a Clemente Escola, hijo de uno de sus esclavos y una negra libre. Y se registró además, la muerte de 3 niños esclavos y un párvulo que "... se criaba en casa de Cayetano Escola..." de "... padre desconocido...".

Cuando después de una vida dedicada a las disputas políticas (Escola formaba parte de la Sociedad Patriótica, primero, y a la facción unitaria luego), en 1824, vendió la Estancia a José Julián Arriola y Mariano de Escalada. En el compromiso de venta, se estipulaba que, "... El vendedor queda obligado a fijar el número de esclavos que deben entrar en la tasación y que serán tres a lo menos..."

La presencia de esclavos en la estancia, un hecho que data desde las primeras décadas del siglo XVIII, puede verse como un fenómeno relacionado con la diversificación productiva que caracterizara al establecimiento, especialmente con las actividades agrícolas, también de larga historia en la misma.

El caso de Cayetano Escola, resulta paradigmático por el aumento en la diversificación productiva de la estancia, acrecentando sus cultivos, pero también multiplicando sus puestos de cría de distintos ganados, como mulas, ovejas o cerdos; fabricando ladrillos, o manufacturando harinas y pan.

De aquellos esclavos, sólo sabemos, que al menos uno lograba la libertad, y seguía viviendo en la Cañada de la Cruz: en 1849, eras bautizada Cándida Rosa Escola, "... hija de Marcos Escola y de Isabel Martínez, negros libres..."

Integrados a la sociedad argentina, los afroargentinos no "desaparecieron" de nuestra historia, mal que le pese a cierta mirada eurocéntrica de nuestra identidad: aunque muchos murieron en las guerras de Independencia y en los enfrentamientos civiles del siglo XIX, por medio del mestizaje, lograron integrarse a nuestra sociedad, aún cuando no tuvieron más que una posición de subalternidad y postergación. A ellos debemos un bagaje trascendente de nuestra cultura popular.


Incluso después de 1813 la presencia de esclavos africanos fue común en las estancias.


Integrados a la sociedad argentina, los afroporteños formaron parte de los sectores subalternos más desposeídos de nuestra historia.

 
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