Como vimos la semana pasada, poner en marcha los sentidos es un punto de partida fundamental para explorar y así despertar las emociones que, finalmente, serán las que logren anclar las experiencias alimentarias como verdaderos hábitos. No hay alimentación sin sentidos encendidos, sostuve en la primera parte de esta nota. Y no hay alimentación inteligente si no utilizamos a los sentidos para generar experiencias que amplifiquen nuestros gustos y preferencias, agrego en esta segunda. En definitiva, estamos destacando la relación entre el uso de los sentidos y el encuentro con la diversidad como base de la Alimentación Inteligente.
Los sentidos, entonces, como interfaz entre la oferta de alimentos (y experiencias alimentarias) y nosotros (condicionados a su vez por la complejidad que representa la articulación de nuestra cultura alimentaria, los patrones de consumo y tradiciones de orden familiar, y nuestra propia singularidad). Oler, oír, ver, tocar y probar son las puertas de acceso a una mejor alimentación.
¿Qué aporta el conocimiento de la Biología Sensorial?
Hacer un uso inteligente de la biología de los sentidos permite despertar a la posibilidad de tener una experiencia más plena, a animarse a probar, tocar, escuchar, mirar y oler cada cosa que tenga alguna relación con los alimentos y la alimentación: desde la tierra volátil al labrarse hasta aquella mojada por la lluvia; desde la textura reseca del pelo de un rumiante hasta la suave superficie de un queso bien madurado; desde el color verde de un duro tomatito emergido de una flor amarilla hasta el rojo de aquél que está a punto para ser llevado a una ensalada. O el del tomate más blando, ideal para preparar una salsa.
Dar lugar a los sentidos, reeducarlos y hacerlos crecer para conocer el mundo más allá de nuestros actuales límites, son las bases de la exploración de la naturaleza y, especialmente, de la alimentación. Afortunadamente (y pese a la labor destructiva de la industria alimentaria) la oferta de alimentos así como la gastronómica buscan ese reencuentro con las raíces diversificadas que supieron disfrutar nuestros antepasados. Incluso viajar, que hoy día es algo más fácil que hace tan solo unas décadas, es una puerta de oportunidades para el desarrollo y puesta a punto de los sentidos.
Los sentidos están en directa proporción con la capacidad de aprender y ser mejor persona, porque permiten integrar y ver con otra mirada todo aquello que hoy pueda resultar exótico o lejano. Ayuda a corrernos de los prejuicios que nos condicionan.
El uso pleno de los sentidos mejora, como dije, la capacidad de conocer y la capacidad de autoconocimiento. Y cuando logramos conocernos mejor es cuando en mejores condiciones estamos para relacionarnos con otros. Es por eso que uno de los principales logros que destacan quienes inician el camino de la Alimentación Inteligente es justamente el de mejorar los vínculos con las personas que los rodean. Esto ocurre porque uno se vuelve más perceptivo y puede, de este modo, empatizar mejor con los que le rodean.
La que sigue es una lista simple de los logros que hemos evidenciado en las personas que hacen el trabajo de despertar y desarrollar los sentidos para utilizarlos en la búsqueda de una mejor alimentación y calidad de vida.
1. Aprenden a vincularse con los alimentos de una manera integral, holística.
2. Experimentan en profundidad el lugar al que pertenecen, activando emociones y sensaciones que creían olvidadas y que son fundamentales para el hábito alimentario.
3. Recuperan la importancia del sentido más singular y primitivo: el olfato.
4: Mejoran el vínculo con la naturaleza, porque son los sentidos los que nos conectan con ella. Y mejoran los vínculos con otras personas, porque también son parte de la naturaleza que nos rodea.
5. Están en mejores condiciones para seleccionar los alimentos y las comidas que mejor se ajustan a sus preferencias, estacionalidad y tradiciones.
6. Desarrollan capacidades de percepción únicas y pueden enseñárselas a sus hijos.
7. Recuperan la "animalidad" perdida. (Nos guste o no reconocernos como tales, nuestra biología es definitivamente animal y los sentidos funcionan de manera casi idéntica a la de los primates más evolucionados). Reconocernos en ese origen es darle autenticidad a nuestra vida.
8. Disfrutan comprando, organizando la heladera y alacenas, cocinando, sirviendo, mezclando sabores, aromas y texturas.
9. Disfrutan plenamente las experiencias de viaje, ampliando los horizontes de lo que desean explorar y conocer en cada uno de los destinos elegidos.
10. Tienen la capacidad para sugerir mejoras en los productos, siendo esto determinante para que la oferta de alimentos mejore día a día. Se sienten transformados en consumidores inteligentes, capaces de dar opiniones sabias que repercuten en beneficio propio y colectivo.
Dr. Fernando Valdivia / Email: fv@fernandovaldivia.com / Sitio Web: www.fernandovaldivia.com