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» Este artículo corresponde a la Edición del domingo, 01/oct/2017 de La Auténtica Defensa.

La Voz del águila:
La vida de Teresa Neumann (estigmatizada)




Nació en Alemania, en el pueblo de Konnersreuth, en 1898, desde 1926 experimentó en visiones los sufrimientos de Cristo, y mostraba los estigmas de la pasión en su cuerpo. Era hija de padres campesinos, de profundas convicciones cristianas. A sus 20 años sufrió un grave accidente que casi la dejó parapléjica tras tropezar y caer de una silla mientras intentaba apagar un fuego que había surgido en el granero de un familiar. El accidente, además de impedirle moverse, la dejaría con serios problemas de visión. Permanecer en cama le generó horribles heridas, ya en 1919 su situación era bastante seria, y empeoraría progresivamente durante varios años.

Fue en este momento donde Teresa fortaleció su fe, orando y meditando en medio de su dolor. Se cuenta que comenzó a seguir de cerca el caso de Teresa de Lisieux y a orar con fe a Dios para que le permitieran cumplir su designio divino.

El día de la canonización, 17 de mayo de 1925, Teresa se vio curada de toda dolencia: tanto sus llagas como sus ojos mejoraron, e incluso recuperó parte de su movilidad perdida. Siempre estuvo convencida de que había sido Teresa de Lisieux la que había obrado el milagro.

A finales de 1925 de nuevo se vio obligada a permanecer en la cama, y el 13 de noviembre fue diagnosticada con una apendicitis. Luego de su preparación para la cirugía, dijo "sí" mirando al techo y pidió a su familia que la llevaran a la Iglesia. Una vez allí anunció que había sido curada. En efecto, la operación no fue necesaria.

Aparecen los primeros estigmas, el primero apareció el 5 de marzo de 1926, primer viernes de la cuaresma. Se trataba de una herida pequeña sobre su corazón a la que no prestó mucha atención y que ocultó de sus familiares.

Varios viernes después, luego de que la herida reapareciera cada semana acompañada de visiones de Cristo y viendo que comenzaba a sangrar, Teresa decidió contar la verdad a su familia. El viernes santo, según contaba la mujer y sus personas más allegadas, tuvo visiones de la pasión de Cristo, que vinieron con sangre que brotó de sus manos, sus pies e incluso sus ojos.

A partir de este momento, las heridas permanecieron con ella, aunque sólo brotaba sangre durante la Pascua. De acuerdo con bastantes testigos y autores, las heridas, a pesar de la sangre, jamás se infectaron o presentaron problemas y aún se encontraban en su cuerpo al momento de la muerte.

De acuerdo con el testimonio de personas cercanas y de la misma Teresa, desde 1923 la muchacha no había ingerido alimento alguno y desde 1926, bebida alguna, más que la sagrada eucaristía. Según algunas fuentes alemanas, un estudio en 1927 habría involucrado el seguimiento de varios médicos alemanes que la vigilaron por dos semanas en las que encontraron que efectivamente permanecía sin comer sin que su cuerpo sufriera daño alguno. Lo único que ingería, sagradamente, eran las hostias.

Durante los tiempos del nazismo, Teresa se caracterizaría por rechazar sistemáticamente los vales de alimentos alemanes. Según ella, no los necesitaba. Varias personas afirmaron que los nazis temían su popularidad, por lo que siempre la mantuvieron vigilada de cerca aunque jamás atentaran contra su vida o su integridad.

Pero Teresa Neumann no sólo nos dejo un ejemplo de vida en su fe y entrega. También dejó visiones proféticas para esta época tan determinante para la humanidad. Las abordaremos desde las propias palabras del investigador Pier Giorgio Caría:

Dijo Teresa: "la gran llaga se abrirá en el 1999 y sangrará por dieciocho años: será este el tiempo de Caín". Teresa indica el máximo poder y dominio de las encarnaciones satánicas en un período que ella llama "la edad de Caín", que comprende los años entre el 1999 y el 2017. Dieciocho años son la suma del número de la bestia, es decir, 6+6+6=18, develado por el apóstol Juan en el libro del Apocalipsis.

Continúa el próximo domingo.

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