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» Este artículo corresponde a la Edición del jueves, 09/nov/2017 de La Auténtica Defensa.

El Señor de los Jueguitos




Andrés "Raba" Maro revivió la historia del mítico local de alquiler de video juegos de la Av. Ameghino, que hoy cuenta con una sucursal en la calle San Martín. Sus primeros clientes hoy son padres e incluso abuelos, pero le siguen dando al joystick como el primer día.

En Campana, pocos saben quién es Andrés Maro. Pero si alguien pregunta por "Raba", automáticamente lo asociaremos al señor que maneja el local de videojuegos en Ameghino y Colón.

"Raba", además de un sobrenombre, es una marca registrada en sí misma para varias generaciones de campanenses. Tanto es así que prácticamente nadie presta mucha atención a que el local se llama "Status Juegos Club". Pero, ¿Cómo Status? ¿Igual que el del alquiler de videos? Sí, exactamente.

Eran los principios de los ’90. La tecnología del cassette VHS había madurado, y Status Video Club tenía su exitoso local sobre Sarmiento y Estrada. El negocio del alquiler de videos estaba en la cresta de la ola, pero el nuevo e incipiente mercado de los video games hogareños parecía prometedor. "A Claudio Tosto –cuenta Raba sobre el dueño de Status- se le ocurre agregarle el alquiler de jueguitos, y no se equivocó. Funcionaba también y muy bien, pero el local era un lío de gente con necesidades diferentes y se empezó a complicar la administración. Fue entonces que se asoció con Marcelo Tellería, y abrieron el primer Status Juegos Club, también sobre Ameghino, pero en un local frente a Casa Zarantonello".

Hasta ahí, se entiende perfecto por qué el nombre "Status". Pero antes de continuar la historia, amerita explicar el sobrenombre "Raba". Andrés Maro cursaba la primaria, y en barrio Banco Provincia todavía existía uno de los ya prácticamente extintos potreros del centro. "Yo tendría 7 u 8 años, y mi mamá me compró un conjunto verde para jugar a la pelota. Pantalón y remera. Me gustaba, se lo pedí y me lo compró. Ya era raro, porque todos iban así nomás, no es como ahora que todos tienen por lo menos la camiseta de su equipo favorito, ni hablar la de un equipo europeo. La cuestión es que caigo a la canchita así vestido, todo de verde. Empiezan a elegir, y yo quedo para lo último. Entonces uno de los chicos dice: "Y el rabanito juega para mí". Desde esa tarde empecé a ser "Rabanito", que rápidamente mutó a "Raba", que era más corto y útil a la hora de pedir la pelota. Literalmente me bautizaron de vuelta. Sólo unos pocos y muy íntimos me dicen Andrés. Para la gente yo soy Raba, a secas".

LA VIDA ES JUEGO

"Raba" ya se dedicaba a darle una mano con las colmenas que su padre, productor apícola, tenía en La Roque, Entre Ríos; y en Río Luján. "Es un trabajo intenso, pero en otoño e invierno prácticamente no hay actividad. No me gustaba estar quieto y me busqué algo. Así, caí en Status Juegos Club. Atendía al público de lunes a lunes. Vivía ahí adentro y la única ganancia que sacaba era un paquete de cigarrillos para mí y otro para mi mamá. Pero me gustaba. En el medio, fallece mi papá. Las colmenas quedan a mi cargo. El tema no me cerraba, y el local de video juegos no caminaba pero me gustaba. Así que lo hablé con mi mamá, vendí las colmenas y le pude comprar la parte a Claudio, primero. Y al tiempo Marcelo también me vendió su parte".

Corría el año ’94. Raba estaba "all-in", y a cargo de un negocio sin mayores pretensiones. Pero al mes, Sony lanza al mercado la Play Station 1 y ya nada sería igual. Incluso se mudó al local de Ameghino y Colón, con más superficie y despliegue. Salvo fabricar, "Rava" hace todo lo relacionado con la industria: alquiler de horas de consola para jugar en el lugar, venta de juegos, venta de consolas y accesorios, canjes, reparaciones, e incluso venta de novedades como los "Hoberboard", que "Raba", por supuesto maneja a la perfección: "Primero me compré uno para mí. Hasta que no lo dominé y me aseguré que eran seguros, no me puse a venderlos", dice, mientras gira varias veces sobre sí mismo como un verdadero experto y se detiene en perfecto equilibrio.

Por mucho tiempo, "Raba" fue, también, una especie de gurú vernáculo de los videogames. "A mí me encantaba ese rol y era funcional al negocio: el asesoramiento integral. Ahora, con Internet, hay mucha información disponible y ya no soy tan de consulta necesaria", dice. Incluso reconoce que extraña jugar, porque ahora está más dedicado a la gestión y a la logística del local original y de la nueva sucursal de San Martín al 200, en pleno centro.

En el top 3 de "Raba" están FIFA18, GTA 5 y Call of Duty en sus diferentes versiones. "El Call es un juego de guerra que me encanta. Me acuerdo siempre de un día, a mediados del 2000. Eran las 20. Estábamos para cerrar y el negocio estaba hasta las manos con los pibes jugando al Call. Y yo desesperado, mirando. Era viernes. Les dije a todos: llamen a sus casas y avisen que se quedan hasta las 12. Yo cierro y pago las pizzas. Y así fue. La pasamos bárbaro…" dice "Raba" y con ese recuerdo revela el gran secreto de su éxito a través de los años: no importa la edad que tengan, porque más que clientes, "Raba" tiene amigos.


El "Raba", gurú vernáculo de los video games.


“Hasta que no lo dominé y me aseguré que eran seguros, no me puse a venderlos", dice Raba sobre los “Hoberboard".

 
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