Los argentinos nos despertamos con la (triste) noticia de que efectivamente, hemos vuelto al FMI. El pedido de rescate inicial que había sido de 30 mil millones de dólares, resultó ser de 50 mil millones. Lo peor de todo, es que el desembolso del dinero está condicionado a la aceleración de un ajuste fiscal y la puesta en marcha de paquete de reformas en el esquema monetario y cambiario. A lo largo de los 36 meses de vigencia del acuerdo, el Gobierno Argentino se compromete a recortar el gasto en obra pública, achicar las transferencias a las provincias, continuar con la quita de subsidios, reducir las erogaciones salarias estatales y ajustar el sistema de la seguridad social. Además, el acuerdo incluyen profundos cambios en la política del Banco Central: una reforma de su carta orgánica para prohibir el financiamiento del tesoro, medidas adicionales para limitar la emisión monetaria y un cambio en la composición de sus pasivos para minimizar el stock de Lebacs.
Este acuerdo demuestra la incapacidad de una dirigencia política que ante al primer "sacudón" financiero, no puede agudizar el ingenio para buscar soluciones heterodoxas y rápidamente tiene que salir corriendo a pedir dinero al FMI sin importar cuales son las imposiciones que este organismo pide a cambio. Y todos sabemos que estas imposiciones impactan de manera negativa en el bienestar del conjunto de la población.
En definitiva, de este acuerdo no se espera otra cosa más que el sufrimiento de la ciudadanía que va a ver afectada en sus vidas las medidas de recorte, que en los últimos años han hecho estragos a lo largo y a lo ancho del mundo.
Alejo Sarna / Referente de Nuevo Encuentro en Vamos Campana