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» Este artículo corresponde a la Edición del miércoles, 22/may/2019 de La Auténtica Defensa.

Los hijos, los límites
Por Lic. Mariana Ceballos




Primero, una aclaración: Antes de ser madre sabía (creía saber) mucho más acerca del tema que ahora. Podía brindar orientaciones con mayor seguridad y precisión, casi con un dedito inquisidor. Ahora tengo una hermosa hija de 2 años, que es una especie de licuadora sin tapa que pone a prueba cada preconcepto sobre crianza y límites que pude haber estudiado en la facu. Juntas aprendemos día a día. Por otro lado, como diría Mafalda, nos graduamos al mismo tiempo ¿verdad?

Por favor, entiéndase que todo lo que sigue es orientativo y escrito con humildad del que poco sabe pero quiere aprender.

Ahora sí. Juguemos un poco con la memoria. Podemos recordar esas anécdotas que todos hemos oído acerca de hacer arrodillar niños sobre maíz, los cintazos, hasta la famosas Madres y Argentinas que imponía lecciones a fuerza de chancletazos.

La crianza está estrechamente ligada a paradigmas vigentes, es decir a formas colectivas de concebir el mundo, lo que está bien, lo que está mal. Antaño se consideraba que "un chirlo a tiempo nunca viene mal, que "la letra con sangre entra". En nuestra época, ya sabemos, de acuerdo a investigaciones que así lo indican, que el castigo físico no sería eficaz a la hora de modificar conductas. Por otro lado, constituye, en mi opinión, un acto irrespetuoso, violento y humillante, hacia los seres que decidimos traer al mundo o criar.

Nuestra generación ha dado un salto importante hacia la crianza con respeto. Básicamente esto consiste en aprender a escuchar, validar a nuestros hijos/as y poner límites de una forma más democrática y no agresiva, verbal ni físicamente (eso no quiere decir que siempre nos salga. Ustedes ni yo somos monjes budistas).

¿Para qué son importantes los límites en la crianza?

En la vida adulta:

- Contribuyen a construir una adecuada tolerancia a la frustración, es decir la capacidad de frustrarnos y poder sobreponernos a esta emoción, buscando soluciones a la situación problemática en cuestión.

- Colaboran a una mejor gestión emocional, entendiéndose por ello, una relación de aceptación y efectividad con nuestras emociones, su vivencia y expresión.

- Fomentan un desarrollo saludable de habilidades sociales.

- Transmiten valores.

- Ayudan a entender que todos los vínculos tienen normas y acuerdos.

- De todos los motivos previamente mencionados, se infiere que colaboran a la construcción de una auto valoración estable.

Todo muy lindo, pero ¿cómo hago?

Acá van algunos tips:

- Generar acuerdos previos: Sin dudas es el cimiento de todos los demás tips. Es aconsejable que los adultos a cargo de la crianza traten de formar una pared de acuerdos, que ni el lobo de los 3 chanchitos pueda derrumbar. Para lograr este punto es muy importante discutir previamente qué queremos enseñarle, qué está permitido y qué no, qué conductas premiamos y cuáles sancionamos. ¿Cómo lo hacemos? Necesitamos negociar qué cosas consideramos premios y qué premios retiraremos para desalentar la repetición de una conducta que nos parece inadecuada. De varias bocas debe emitirse el mismo mensaje (exceptuando a los abuelos, que, como corresponde, violarán todas las normas, cumpliendo así su función, tan necesaria).

- Ser asertivo a la hora de establecer el límite: Si bien muchas veces nos asemejamos a la empleada pública de Gasalla a la hora de reprenderlos, lo ideal es que recuerdes al niño/a la norma establecida, de forma respetuosa, sin usar insultos, denigraciones ni castigos físicos.

- Ser coherente: Establecè consecuencias que puedas sostener. Por ejemplo, si la consecuencia a determinado comportamiento que querés modificar es no ver tele, pensà cuánto tiempo podrás sostener la penitencia. Si a las dos horas se da de baja el límite, este pierde efecto y el niño/a, sabrá que la próxima vez es probable que te canses y aflojes.

- Los límites se sostienen: Como las madres también somos personas, a veces podemos, por ejemplo, sentir culpa o pena por haber puesto un límite. A pesar de eso, es importante no dar marcha atrás. Si ya dijiste algo, no brindes mensajes contrapuestos. Eso sólo confunde al chico/a.

- Explicales por qué: Consideramos importante explicar el fundamento de la norma que estamos estableciendo, no instalarse en la verdad por autoridad ("es así PORQUE YO LO DIGO"). Apuntamos a democratizar la crianza, oír su opinión, sin olvidar que los guardianes de su sano crecimiento somos los adultos a cargo.

- ¡Fuera sermones!: Hagan memoria. Vamos ¿nadie recuerda a su padre o madre dando un sermón? ¿Lo oían atentamente construyendo una opinión de debate?¡NOOO! Nada es más tedioso que un sermón, por lo cual en general no son oídos, ni eficaces. Votamos por los mensajes cortitos y claros.

- Ilusión de alternativas: Es brindar la ilusión de que el niño/a está eligiendo, cuando no es tan taaan así. Un ejemplo podría ser: "Si no guardas tus juguetes, vos a atener que retirarte la play. Vos elegís"

Que esta apretada orientación les sirva al menos a un lector, al menos una vez de guía y a todos/as, mucha suerte y templanza en este, el oficio más arduo y bello de la vida, el de criar.

Referencias bibliográficas: Escuela para Madres y Padres "Pa- Ma/dres". Crispo, Rosina. Guelar, Diana. Tinta Violeta. 2016.

Mariana Ceballos - Lic. En Psicología (MP: 20292)



 
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