Cuatro escritores de la Institución, tiempo atrás, fueron seleccionados con sus trabajos para integrar una Antología. A saber: Rosa O. Mionis de Canal, María Luisa G de Márquez, Matilde S. Strobino de Rafael en poesías y Rufino Hugo Del Teso en prosa. Participaron de la Séptima Fiesta Nacional de los Humedales sobre el tema "Pescador del Jaaukanigás" ("Gente del agua", en la lengua indígena de los abipones). Convocados por la Secretaría de Cultura y Comunicación de la Municipalidad de Villa Ocampo, Provincia de Santa Fe. Conformaron la Edición N° 11 de la serie de Antologías denominadas "Colección Voces", Villa Ocampo Escribe. Esta última lleva como título "Pescador del Jaaukanigás". A continuación, publicamos las tres poesías. Cabe destacar que Hugo Del Teso ya publicó su narrativa titulada "Informes" en LAD.
Tapa y contratapa de la Antología
¡"PESCADOR DEL JAAUKANIGÁS"!
("GENTE DEL AGUA"; de Matilde S.Strobino)
Pescador I
Poblador del río,
lates vida
en el corazón de los humedales.
La naturaleza
te abraza, te acaricia.
Pescador,
piel y sangre
al inventarte de nuevo.
Silencio, trabajo y esfuerzo
edifican tu rutina.
Cruzas
un puente natural
prólogo a lo venidero
de horas oxidadas
sin tiempo.
Destino de Río Paraná
"pariente del mar"
memorioso y altivo.
El eco de ayeres
sacude pastizales,
trae voces de abipones,
tobas y mocovíes.
A tus pasos
tierra húmeda los cobija.
Pescador,
a tu alrededor
un alboroto de pájaros
inventa vuelos
y estrena para ti
nuevos gorjeos.
ICHOALAY
(de Rosa Mionis)
Cuando la flor del Irupé
se abre
dejando ver su belleza,
Ichoalay, el cacique abipón,
cruza el humedal
como una sombra saliente.
Sin temor al yacaré
que lo mira desde el agua.
Y sonríe al escuchar a Carayá.
Que le avisa de la yarará silenciosa.
Él, pescador del Jaaukanigás.
Ya se ha ido.
Lo mismo que sus hombres.
Lo mismo que sus mujeres.
Pero aún viven en el aguará guazú.
En el pacú y en el dorado.
En las hojas del Caraguatá.
Y en la memoria de los escritos.
De los antiguos Jesuitas.
INTERROGANTES DE PESCADOR
(María Luisa G. de Márquez)
Fecunda travesía del río
en su esplendor de desnudez al agua.
Hay luz en el verdor de los sauces.
Interrogantes de pescador
al cardumen de plata.
Se divisa un ropaje de musgo,
ondea la orilla la mesura del viento.
La canoa se hamaca, se despereza
el pescador cauto en silencio.
El pescador y el pez luchan
por imponer cada uno su forma de vivir.
Tercas mezquindades de los dos,
intercambian reflejos
en otra marejada de misterios.
El cielo testigo alumbra marginado
sus precarios desconsuelos.
Se abren clausura
el pescador y el río.