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» Este artículo corresponde a la Edición del miércoles, 20/ene/2021 de La Auténtica Defensa.

Las celebraciones de la Navidad del Señor y su manifestación
Por Nestor Daniel Villa - A. David Abdala




Los recientes anuncios acerca de la unificación de la solemnidad de la Pascua, anunciada por varios sectores del mundo cristiano, ya sea el Pontífice Romano, como de otros jerarcas tanto del Oriente como los evangélicos provenientes de la Reforma, unificación que pareciera estar más lejos de lo esperable, otro tanto sucede con la solemnidad de la Navidad y Epifanía, en consecuencia, las cuales comenzaron a cobrar arraigo en la liturgia cristiana recién en el siglo IV.

Si tomamos las fiestas de Navidad y Epifanía podemos formular una relación sobre su origen en la celebración de éstas. Existen varias hipótesis, que para no complicar, reduciremos a una: la Navidad es la cristianización de una fiesta solar pagana.

Entre los paganos del hemisferio norte, lugar geográfico donde transcurre la Historia de la Salvación y se formulan las primeras liturgias, era común la celebración del solsticio de invierno que fuera incorporada al calendario juliano (vigente para las iglesias ortodoxas y alguna oriental católicas) como "Natalis Solis Invicti". Esos festivales fueron "bautizados" e incorporados por la Iglesia que los reformuló como la Natividad de nuestro Señor Jesucristo, el verdadero sol que viene de Oriente, a iluminarnos y salvarnos. Fue una festividad que comenzó en el mundo latino y luego se difundió. No se sabe la fecha del nacimiento de Jesús, la Pascua era la única fiesta que incluía Encarnación, Manifestación, Vida Pública y Exaltación en Cruz y en Gloria del Verbo Encarnado (Jesús).

Este desglose fue precedido por la celebración de la Epifanía (Manifestación por su Nacimiento y las Teofanías del Jordán) cuyo testimonio más antiguo se encuentra ya en Clemente de Alejandría (150- 200 d.C.). (1) Comenzó siendo una fiesta celebrada por los llamados cristianos gnósticos que tenían su epicentro en Alejandría entre el 6 y el 10 de enero, con elementos sincréticos ya que los gnósticos no eran estrictamente cristianos, más que con ciertos elementos. Los Padres Apostólicos y los escritores eclesiásticos de fuste, entre ellos el mismo Orígenes, ni la mencionan. Recién en el siglo IV aparece ya establecida en las Iglesias de Palestina, Siria y Asia Menor. La misma fue a su vez la cristianización de antiguos festivales paganos en honor de Dionisios, y otros componentes folklóricos. (2)

Asimismo, paulatinamente la Iglesia en Oriente comenzó a celebrar la Navidad (Nacimiento del Señor), y en Occidente la Epifanía (Adoración por los Magos, Teofanías del Jordán y Bodas de Caná). Las disputas cristológicas del siglo V, retrajo a que las iglesias orientales (Iglesia del Este o Asiria) año 431, (y las Iglesias Siriana, Armenia y Copta) año 451, mantuvieran solo la fiesta de Epifanía. Solo Constantinopla y Roma mantuvieron el dualismo celebratorio. Si a esto sumamos la reforma del calendario del siglo XVI (1582) bajo el pontificado de Gregorio XIII y con el fin de ajustar científicamente el anterior calendario Juliano vigente desde Julio Cesar, y, al desfasarse 15 días, todo se complicó ya que las Iglesia Orientales (los Patriarcados de Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén) luego del cisma de Oriente (1054-1205) por la motivación que había sido promulgado en Europa por una bula papal, lo rechazaron, aunque los fundamentos fueran científicos en dicho cambio.

Así ahora, tenemos todo el mundo oriental con el calendario juliano, las antiguas iglesias provenientes de las iglesias asiria, siriana, copta y armenia, celebran solo la Epifanía, y con el calendario, algunas veces según los lugares gregoriano o el juliano. Otro tanto con las iglesias de tradición bizantina. Celebran la Navidad pero con el calendario juliano, con raras excepciones locales.

La cuestión se torna complicada en lugares donde conviven fieles de diversas tradiciones, como Medio oriente, que ven multiplicados y divididos los días festivos, siendo todos cristianos. Las comuniones de la Reforma llamas "iglesias históricas" siguen las pautas del calendario gregoriano y la tradición latina en cuanto al misterio celebratorio. En las llamadas "iglesias libres" y otras comuniones eclesiales evangélicas no hay uniformidad, no en el motivo celebratorio sino en el modo y la forma.

El Papa Francisco ha insistido que la unidad hace más creíble nuestra misión apostólica. Que el Espíritu Santo sople sobre todos nosotros para poder brindando en nuestro culto, superadas las diferencias cronológicas, una coincidente pauta de concordia fraterna. Néstor Daniel Villa.

(1) Passarelli, Gaetano: El Icono de la Teofanía, traducción del italiano de Antonio Sanz Arribas cmf (Madrid 1990) pg. 4

(2) Esta nota basada en la obra de dos historiadores, Frazer y Graves, lejos de ser una mirada reduccionista de lo fáctico, nos pueden servir para comprender el sustrato antropológico cultural subyacente en la adaptación en lo exterior, no en el contenido, que la Iglesia tomara del mundo pagano como , figuras inferiores de una realidad superior. Según J.G.Frazer, en su conocida" La rama dorada" (1890), ya describió la manera en que las fiestas paganas fueron aprovechadas en sus orígenes para reformularlas a la nueva religión. El dios persa Mitra se encontraba entre estos rivales, y su culto y doctrina tenían mucho que ver con el cristianismo. Mitra no era un ser humano, a diferencia de Jesús, sino sólo un personaje mítico que representaba el espíritu del Sol Invencible, en la línea de todos los cultos agrarios que celebran la muerte y el renacer de un dios solar que refleja el ciclo constante de la naturaleza. El día de devoción de Mitra era el domingo, y su natividad se celebraba el 25 de diciembre (Natalis Invicti); sus ritos, entre los que se incluía una comunión que no era permitida a las mujeres, se celebraban con una campana, un libro y una vela, igual que la iglesia romana; sus sacerdotes insistían en el control moral y la abstinencia; predicaban la doctrina de un cielo y un infierno, el sacrificio expiativo y la inmortalidad del alma. El hecho de que Mitra fuera solo un mito, frente a la figura real de Jesús debió influir en el triunfo del cristianismo sobre el mitraísmo, que ya estaba muy extendido entre las legiones del ejército romano en el s.III, junto al hecho de que frente a las Sagradas Escrituras, la religión persa sólo contara con una tradición secreta. Por otra parte, en sus fiestas había cierto libertinaje salvaje que chocaban con la clase de la burguesía oriental y romana. Robert Graves en "Los dos nacimientos de Dionisos, 1980" señala que San Pablo debió copiar del mitraísmo la sustitución del sábado por el domingo y las leyendas de la Natividad. El rito de la comunión, que no figura en los cuatro evangelios, introducido por San Pablo como una revelación divina de Jesús, debió ser una imitación del rito militar mitríaco, cuyos elementos originales eran el agua (el vino se introdujo con posterioridad) y el pan. Por otra parte, como los evangelios no dicen nada de la fecha del nacimiento de Jesús, la Iglesia no lo celebraba en sus orígenes.

Pasado un tiempo, los cristianos de Egipto comenzaron a celebrar el 6 de enero (día de la fiesta del dios del tiempo eterno Aión en Alejandría) como el día de Navidad, y celebraban el nacimiento del Salvador, de forma que esa costumbre ya estaba implantada en el s. IV d.C. en la Iglesia oriental. Pero la iglesia occidental, con el Papa Julio I, adoptó en el año 337, la fecha del 25 de diciembre, que se impuso sobre el 6 de enero también entre los cristianos de la iglesia oriental, dejando esta última fecha para la celebración de la Epifanía. La razón de esta sustitución parece que fue hacer coincidir la celebración con la costumbre pagana de celebrar el nacimiento del Sol con fiestas y luminarias, fecha que el emperador Aureliano (en el 274 d.C.) había fijado el 25 de diciembre para celebrar el solsticio de invierno (Día del Sol Invictus). Los cristianos también participaban en las fiestas, de forma que era fácil mantener el festejo, por lo que san Agustín exhortaba a los cristianos a celebrar el día solemne no en honor del Sol, sino en honor del que hizo al sol. Hubo, pues, una transferencia de objeto de devoción. No obstante que el calendario mundial se basa en la fecha del nacimiento de Jesús para hablar de tiempos a.C. y fechas d.C., las sagradas escrituras no dicen nada sobre esa fecha. Hacia el año 515, el Papa San Hormisdas encargó a Dionisio el Exiguo que ordenara los textos canónicos de la Iglesia, y fue este sacerdote el que sustituyó la contabilidad que hacía referencia a los emperadores por la que se basaba en el año del nacimiento de Jesús, el "annus Domini". Fue él quien estableció, a partir de los textos, que Jesús nació el 25 de diciembre del 753 , parece ser que sin tener en cuenta los años de reinado de Octaviano antes de que se proclamase emperador Augusto, y sin contar el año cero. Se sabe que Jesús nació en Judea en tiempos de Herodes, del que se ha determinado que murió el 750 del calendario romano, fecha coincidente con el 4 a.C. Si esto es así, Jesús debió nacer antes de esa fecha. En el año 7 a.C., tal y como señaló Kepler en 1603, se dio una gran conjunción astral o stellium el 1 de marzo: el Sol, la Luna, Venus, Júpiter y Saturno coincidieron en el signo de Piscis, acontecimiento que ha hecho pensar en la gran estrella de Belén. La alusión del Evangelio de San Lucas (Lc. 2, 1-8) a un edicto de César Augusto para que se empadronase todo el mundo hace pensar en el primer censo del Imperio romano, que se decretó el 8 a.C. Esta obligación de empadronarse debió ser conocida en Nazaret un año después, y cuando José fue con su mujer a Belén para cumplir el trámite, ella dio a luz a su primogénito. Por lo tanto, el año 2010 debe sumar esos siete años de diferencia, y en tal caso el próximo será el año guardando sus rebaños, parece sugerir una fecha más bien primaveral. Cuando a partir del siglo II, los cristianos creyeron un deber situar en el año la fecha del nacimiento de su Dios, se produjeron las afirmaciones más contradictorias. Clemente de Alejandría propondría el 18 de noviembre; otros el 2, el 20 de abril y el 20 y 22 de mayo. Los cronologistas egipcios optarían por el 28 de marzo. En el 243 el documento "De Pascua Computus" adoptaría la misma fecha. Es en la primera mitad del siglo II cuando las comunidades gnóstico-cristianas que operaban en Alejandría, seguidos por los cristianos de Siria y luego por el conjunto de comunidades de Oriente, se decidirían definitivamente por el 6 de enero como fecha oficial del nacimiento de Cristo. Esta iniciativa sería tomada bajo presión de una antigua costumbre y con un evidente deseo de sincretismo. El 6 de enero, en efecto, estaba consagrado a la bendición de los ríos en el culto a Dionisios, que entre los egipcios se identificaba con Osiris. La Epifanía (del griego Epiphaneia, aparición, manifestación) de Dionisios se decía que se había producido en la isla de Andros (en la que un vino milagroso atestiguaba su misteriosa presencia) en la noche del 5 al 6 de enero. La de Osiris, festejada en la misma fecha el 11 de Tybil (equivalente a la fecha del 5 al 6 de enero), era precedida de un período de duelo preparatorio; se lloraba a Osiris muriendo en la época del solsticio. Luego el feliz acontecimiento se producía y las aguas del Nilo se trocaban por vino.

El mismo día, igualmente, Isis alumbraba a Harpocrates, el Sol (rey) naciente. Se conmemora el nacimiento de Aion, hijo de la Virgen, el Eterno, homólogo de Dionisios y de Osiris: tras una noche de oraciones, se descendía a una cripta para retirar la estatua de un niño recién nacido, con una cruz y una estrella de oro marcada en la frente, las manos y las rodillas. Se escribía entonces: "la Virgen ha tenido un hijo, ahora la luz va a renacer". Esta fiesta tenía un carácter cívico; en 331 a. JC. Alejandro Magno había fundado Alejandría y, para asegurar la perennidad de su ciudad, la había consagrado a Aion, el Eterno. Es pues bajo la triple influencia del culto a Dionisios, de Osiris y de Aion, como el nacimiento de Jesús, entonces idéntico a la Epifanía, fue primeramente fijada el 6 de enero. Este origen explica también la atribución en esa misma fecha de otro episodio de la vida de Cristo de singular importancia: el milagro de las bodas de Caná. La tradición griega se relacionaba también con el simbolismo de las "bodas" del dios solar con las aguas (no en vano el sol al caer tras el horizonte se decía que se sumergía en las aguas) y en el caso de Jesús es significativo que esencialmente el milagro consistiera en la transformación del agua en vino en una fecha en que los rituales griegos, egipcios y siriacos se celebraban con vino. En el s.IV, todo el oriente cristiano celebra definitivamente la natividad del Señor el 6 de enero. En el 386 se dice oficialmente que las dos grandes fiestas cristianas son la Pascua y la Epifanía. Melitón de Sardes compara Cristo con Helios (el sol en la mitología griega): "cuando el sol con las estrellas y la luna se bañan en el océano por qué Cristo no podría haber sido bautizado en el Jordán? El rey del cielo, el príncipe de la creación, el sol levante que apareció también a los muertos del Hades y a los mortales de la tierra, como un verdadero Helios, ha ido hacia las alturas del cielo". Pero en esta fecha, en occidente, otra tradición estaba surgiendo. y que tenía por centro el día 25 de diciembre. Esta decisión tuvo motivos muy similares a los que inspiraron a los cristianos de oriente. Aquí, no se trataba ni de Osiris, ni de Dionisos con quien se trataba de comparar a Jesús, sino de la vieja tradición indoeuropea de los ritos del solsticio de invierno y, por otra parte, las prácticas relacionadas con el culto a Mitra. Colaboró en la recension de bibliografía de este artículo el señor A. David Abdala. Asimismo manifiesto que las opiniones de Frazer y Graves, son la de antropólogos que, aún en su ciencia han sido superados, cuyas tesis no compartimos pero que no dejan de tener materia importante de reflexión.

NESTOR DANIEL VILLA- A. DAVID ABDALA



 
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