La semana pasada fue lanzado al espacio el MDQube-SAT1, segundo picosatélite argentino. El primero había sido el DIY-1 desarrollado por Diysatellite; lanzado el 22 de marzo de 2021.
Mencionado por error en los medios como "el primer picosatélite argentino", el MDQube-SAT1 aún mantiene un podio: fue el primero en recibir 500.000 dólares por parte del Estado; además de un aporte de 250.000 dólares por parte de una aceleradora privada marplatense.
No se trata de una crítica hacia el proyecto. No le quita mérito alguno el hecho de haber sido el segundo en su tipo -de origen argentino- en ser lanzado al espacio. Además fue reconocido en la competencia NAVES, organizada por Banco Macro y el IAE, presentado en esa oportunidad como la constelación MDQUBESAT. Incluso obtuvo un primer puesto en la categoría "Empresa Naciente" como primer desarrollo satelital sudamericano de bajo costo en el sector de IoT (internet de las cosas).
Al otorgarle la seriedad que corresponde como proyecto científico es indispensable informar con la veracidad de los hechos. En ése ámbito, de riguroso metié, los datos son sagrados; incluso si perjudican al proyecto, no pueden ser "dibujados" para su beneficio. Descontando que la camaradería exige respetar a otros proyectos similares. La frase que solemos escuchar, que reza "primero los datos", aplica y es determinante en éste ámbito.
El MDQube-SAT1 es el primer picosatélite argentino orientado al IoT o "internet de las cosas", dado que el DIY-1 se orientó al sector radioaficionados en banda UHF. En ambos casos se trata de proyectos con fines educativos, lanzados inicialmente como "demostrador tecnológico".
En su plan de negocios, la startup creada por el profesor Alejandro Cordero tiene como objetivo conformar una constelación comercial de 90 picosatélites, para proveer señal a diferentes sensores y equipos IoT que deben mantenerse conectados 24/7 a nivel de datos, utilizando para ello un ancho de banda muy limitado.
"Nuestro picosatélite va a dar Internet de las cosas en donde no la hay. [...] Vamos a darle servicios a la agricultura, por ejemplo, a las silobolsas, que tienen sensores y permiten saber qué está pasando, si son vandalizados, cuándo hay que sacar el producto del saco, y demás. Pero sin comunicación los sensores no sirven. Vamos a brindar esa comunicación que necesita ese sensor, para que llegue la información al agricultor", declaró Cordero.
Paren las rotativas!. Los objetivos resultan loables. Los servicios que el proyecto plantea proveer son indispensables y necesarios. La necesidad de éste tipo de cobertura está muy clara. Es un servicio que ya deberíamos disponer en todo el país, en particular en zonas rurales. Ahora bien, ¿es la única forma de proveer éste servicio?... No.
Existen otras formas de proveer conexión al internet de las cosas (IoT), una de ellas está siendo utilizada en el primer mundo con gran éxito: se llama Helium; su red está conformada por miles de hotspots -una especie de routers- con un alcance 200 veces mayor a los WiFi hogareños, que son conectados por usuarios en sus hogares, oficinas, etc. Cada propietario decide invertir entre 300 y 500 dolares para hacerse con éstos pequeños aparatos simplemente porque al mantenerlos conectados se obtienen jugosas ganancias.
Cuando el sector privado se propone dar solución a un problema generalmente lo hace con recursos limitados y por lo tanto debe esforzarse para maximizar la eficiencia. Cuando el Estado otorga miles de dólares a un proyecto escolar con aspiración de startup, es muy probable que al hacerlo cambien algunos de sus objetivos. La grandilocuencia comienza a ocupar el primer lugar, y la eficiencia deja de considerarse una prioridad.
Volvamos a Helium: es un servicio basado en blockchain, que tiene su propia criptomoneda con la cual paga a los propietarios de hubs o hotspots por el servicio que presta cada uno. Un contrato inteligente ejecutado en una red de cadena de bloques descentralizada asegura la contabilidad del sistema. Cada hotspot ofrece una cobertura de entre 2 y 4 kilómetros, los hay incluso para funcionar en la intemperie, con lo cual conformar una red en zonas rurales es completamente factible.
Pero... ¿Por qué no ha llegado la tecnología Helium a nuestro país? La respuesta es obvia: padecemos innumerables restricciones en cuanto a dólares e importaciones.
Aún así, la tecnología utilizada en el picosatélite podría adaptarse para fabricar hotspots similares a los que utiliza Helium. Sería un proyecto de corte social y comercial, dado que podría replicar el modelo de ganancias distribuidas o incluso utilizar su misma tecnología, con lo cual miles de familias se verían beneficiadas. Perdón... Me entusiasmo, luego recuerdo de que estoy en Argentina, y se me pasa.