Si bien el término viene siendo utilizado por las izquierdas en la denominada "batalla cultural" , analizaremos aquí sólo su aplicación en el aspecto económico.
Como deslizó alguna vez en sus redes sociales el escritor liberal Ricardo Manuel Rojas: "De a poco, el populismo va eliminando la ‘desigualdad’ en Argentina: en unos años seremos todos igualmente pobres". Es que precisamente cuando los políticos centran sus objetivos en condenar y perseguir a "la riqueza" lo único que obtienen a cambio es una multiplicación de la pobreza.
Quienes salen a condenar la "desigualdad" en asuntos económicos suelen tomar como referencia al coeficiente de Gini, el peor indicador en todo el universo del análisis de datos. Sus índices resultantes pueden adaptarse a variadas interpretaciones llegando incluso al desvarío. Sólo por dar un ejemplo: el índice Gini suele colocarse en igualdad de condiciones tanto al promedio de los países de la OCDE como a la isla de Cuba. En fin un despropósito del cual, en términos del análisis de la realidad, no vale la pena ocuparse.
Excepto que se trate del típico político de la izquierda rancia, quienes se obsesionan con "la desigualdad" suelen ser personas de buen pasar económico y cultural, pero extremadamente culposas; inundadas de voluntarismo, son guiadas casi exclusivamente por las intenciones -propias y ajenas-. Para éstas personas, las "intenciones" son de algún modo el elixir del espíritu, sintiendo el mayor de los éxtasis ante las más elaboradas utopías. En política dicen perseguir resultados reales pero no lo hacen, son una quimera; ejercen un pensamiento irracional: el relativismo.
Niegan la realidad, a tal punto de negar la naturaleza de su propia ideología. Van por la vida convencidos de poseer las claves para un mundo feliz, aunque no llegan más que a un reducido círculo de adeptos onanistas de uncidas falacias. Albergan siempre el gen de la conspiración o la dicotomía del amigo-enemigo, mientras los excita ejercer la victimización de sectores "vulnerables". Cuando llegan al poder son déspotas; necesitan imponer sus ideas por la fuerza, porque es la única forma de llevarlas a la práctica.
Si tienen la fortuna de llegar a ser funcionarios o legisladores hacen uso explícito de las "intenciones", como única forma de buscar soluciones. Es entonces cuando en lugar de promover la generación de riqueza para eliminar la pobreza, basados en sus estólidas "intenciones" pretenden todo lo contrario: combatir la riqueza para empatizar con la pobreza... En términos de resultados implica una falacia, por dónde se la mire, pero ellos no la ven. Sus bases ideológicas son caprichosas: necesitan "empatizar" con sectores vulnerables y lo hacen atacando al opuesto, aplicando su lógica amigo-enemigo. Así es como se aplica en la práctica la conocida frase inglesa: "preferirían que los pobres sean más pobres, con tal de que los ricos sean menos ricos". En otras palabras, buscarán reducir la "desigualdad" incluso si al hacerlo empobrecen a toda la sociedad.
Cuando llegan a ejercer un poder político real, como los casos clave de Fidel Castro, Hugo Chávez o Maduro, terminan expropiando la mayor cantidad posible de riqueza con el pretexto de reducir la culposa "desigualdad". Demás está decir que el resultado es lo peor que ha visto la humanidad en términos económicos. Se mueven con "intenciones", necesitan ejercer el poder para llevarlas hasta el máximo. Así funcionan las falacias: justifican su accionar motivados por relatos y construcciones acordes a sus propias expectativas, aunque no se ajusten a la realidad. Uno podría pensar que ante el primer resultado impropio revertirían sus prácticas, para buscar entonces el resultado inverso, pero no... continúan aplicando sus intenciones falaces hasta el final. El resultado es conocido.
Lo opuesto a la "desigualdad" se supone que debería ser la "igualdad"... pero no existe tal cosa en términos económicos reales, salvo en la pobreza masiva y absoluta. Entonces, siendo la igualdad una falacia económica imposible de lograr, ¿qué es lo que buscan los culposos igualitaristas?. Créame, estimado lector, ésas personas no buscan un beneficio real en lo económico para quienes dicen defender, sólo manejan utopías y falsedades morales. Incluso es muy probable que no tengan la menor idea en cuanto al funcionamiento de la economía y la generación de riqueza.
Creen que sus ideas son indispensables para llegar a un mundo "más justo" o "más igualitario", sin embargo es común que tales ideologías sean contrarias a la libertad y al capitalismo; paradójicamente dos de las condiciones necesarias cuando se habla de producción de riqueza.
Por último, si a usted le preocupa realmente la pobreza o las personas vulnerables, lo mejor que puede hacer en beneficio de ellas es promover la generación de riqueza. En tal sentido, será indispensable defender activamente la libertad de comercio, el libre mercado y la República; teniendo en cuenta que la única forma eficiente para combatir la pobreza es la producción de riqueza y que la única "igualdad" posible en un sistema republicano es la igualdad ‘ante’ la Ley.