Las ideas de la libertad siguen madurando en Argentina y resultan cada vez más "naturales"; como dijo el poeta Víctor Hugo "No existe nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo".
La incipiente primavera liberal sigue creciendo, no sólo en la oposición sino también en el mainstream periodístico gráfico y audiovisual, nadie quiere quedarse en la orilla; incluso el periodismo kirchnerista siente la necesidad de sumarse, aunque más no sea para oponerse a la corriente.
Sean todos bienvenidos. El liberalismo es un movimiento que está abierto a todo individuo que ame la libertad. Ser liberal es una filosofía de vida; no es una religión ni un mandato, se trata de comprender la naturaleza humana y asumirla. Si hubiera una condición, o exigencia, tal vez ésta sería la responsabilidad individual. Tal exigencia tácita podría resumirse en una frase de Ayn Rand: "El hombre, cada hombre, es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros. Debe existir por su propio esfuerzo, sin sacrificarse para otros ni sacrificar a otros para si. La búsqueda de su propio interés racional, y su felicidad, es el más alto propósito moral de su vida".
Valga decir, no existe tal cosa como un "liberalómetro" con la capacidad de aprobar o vetar a las personas que desean sumarse a las ideas de la libertad. A pesar de que algunos han pretendido adueñarse de éstas ideas al acusar a otros de haberse sumado tardíamente, el liberalismo está abierto a cualquier persona racional que comprenda sus principios y valores. El único factor de pertenencia a considerar son las ideas: en tal sentido, ideas erróneas que violen los derechos individuales podrían ser suficiente motivo para condenar moralmente a una persona, y excluirla de su condición de liberal.
El liberalismo no es un partido político per se; a los efectos de su organización en la sociedad civil, es común que se conformen Think Tanks o grupos para el tratamiento de las ideas. También se utilizan otros tipos de organizaciones como fundaciones, ONGs o incluso partidos políticos. Dado que la mayoría de las organizaciones de corte liberal suelen comulgar en los principios, en su conjunto podrían llegar a conformar tácitamente lo que en política se denomina "grupos de presión". Precisamente esto último es lo que el liberalismo argentino sin querer ha conformado en los últimos años, con resultados a la vista, como el que nos ocupa en el presente artículo.
Si bien algunos personajes mediáticos han aportado conocimiento público de las ideas liberales en el último tiempo, debo advertir que en mi caso he observado el trabajo de muchos liberales, desde hace 15 años, en todos los ámbitos de la vida política, económica e institucional. Sabido es que el activismo liberal suele ser mucho más individual, en lugar de colectivo, porque nuestro basamento filosófico no es colectivista, sino individualista. Uno de los primeros liberales del Siglo XVIII, Lord Acton, supo resumir una problemática similar, en una frase: "Siempre fue reducido el número de los auténticos amantes de la libertad; por eso, para triunfar, frecuentemente hubieron de aliarse con gentes que perseguían objetivos bien distintos de los que ellos propugnaban. Tales asociaciones, siempre peligrosas, a veces han resultado fatales para la causa de la libertad, pues brindaron a sus enemigos argumentos abrumadores".
Es dable observar que una gran cantidad de políticos pertenecientes a la oposición vienen declamando, en buena parte de sus discursos, las ideas de la libertad; algunos con mayor convicción que otros, claro está. En tal sentido es bueno aclarar, para el lector que desconoce el ámbito, que en el liberalismo se discuten ideas, no personas. No importa que tan socialista o peronista hubiera sido tal o cual político en su pasado, sólo es importante que hoy demuestre haber comprendido las ideas de la libertad y se comprometa a seguir aprendiendo, dado que se trata de ideas racionales, con basamentos empíricos, históricos y filosófico-políticos centenarios, originados en la revolución gloriosa y la ilustración, pasando por decenas de autores liberales hasta la actualidad, que sería muy largo de describir en éste corto artículo.
En cuanto al partido gobernante, resulta enternecedor el afán con el que algunos personajes del kirchnerismo duro procuran mantener vivo un discurso anquilosado, herido de muerte, obsoleto y plagado de falacias. Un relato otrora funcional, a costa del cual lograron encaramarse en el poder durante más de 12 años, seduciendo y engañando a millones de personas. Más de doce años que hicieron mella en todas las instituciones de nuestra República. Un período infame, de engaño institucional, que lentamente parece llegar a su fin.
Es tiempo de que la Argentina vuelva a adoptar las ideas de la libertad, tal como sucedió allá por 1853 con la aprobación de nuestra Constitución Nacional de corte liberal y nunca más volver a perder el rumbo; recordando para ello que "El precio de la libertad es su eterna vigilancia" (Jefferson dixit).