Juan Bautista Alberdi eligió el modelo sajón para nuestra Constitución Nacional, dado que propiciaba un gobierno limitado y reconocía las libertades individuales, en contraposición al contrato social de Rousseau que priorizaba al Estado por sobre los individuos.
En un ensayo titulado "La omnipotencia del estado es la negación de la libertad individual", Juan Bautista Alberdi describe largamente dos tipos de sistemas de gobierno nacidos en el siglo XVII, tales como la revolución francesa y la independencia de América del Norte. Quien desee estudiar la disyuntiva descrita en el mismo puede hallarlo colocando el título mencionado, en el buscador. Valga decir, no es un escrito fácil de comprender; es necesario ubicarse en el contexto de la época, ya que el autor se ve obligado a utilizar palabras como "la patria", colocando ésta al mismo nivel que el Estado, con el objeto de describir lo que hoy conocemos como "nacionalismo". A falta del concepto en cuestión, que nace precisamente a fines del siglo XVIII, se esfuerza notablemente para llegar a delinear de forma artesanal, lo que hoy conocemos como nacionalismo.
Como liberal, Alberdi sabe diferenciar entre ambos sistemas de gobierno: uno basado en el modelo social greco-romano con ingredientes del colonialismo español y embebido en la revolución francesa de Rousseau; versus el de origen sajón, en particular nacido tras la declaración de la independencia de los Estados Unidos. Mientras el primero queda delineado como un sistema colectivista y particularmente nacionalista orientado a incrementar el poder del Estado por sobre los ciudadanos, el segundo pasa a reconocer la superioridad del individuo por sobre el poder del Gobierno, desde la firma de su Constitución en 1776.
Un artículo de mi autoría publicado en éste medio el domingo 8 de mayo de 2022, titulado "El nacionalismo es colectivista y enemigo de la libertad", trata precisamente el dilema filosófico y político que representa el nacionalismo. Si bien el mismo no fue escrito en base al ensayo de Alberdi, resulta descriptivo para clarificar ciertas dicotomías relacionadas.
En cuanto a la mentada "grieta", en la actualidad sabemos que la fisura en cuestión incluye una variedad de rivalidades. Sólo por mencionar algunas, tenemos a republicanos versus populistas, macristas versus kirchneristas, liberales versus socialistas, radicales versus peronistas. Pero elevando la paridad hacia un sentido más filosófico podríamos mencionar al individualismo versus colectivismo o en los términos del ensayo de Alberdi: la libertad individual en contraposición al Estado.
La mera lectura del título del ensayo, "La omnipotencia del estado es la negación de la libertad individual", podría dividir hoy a la Argentina: por un lado los que adherimos a un modelo republicano-liberal, con un Gobierno y Estado limitados, separación de poderes, justicia independiente, meritocracia con premios al esfuerzo, capitalismo, libertad de empresa, libertad de mercado, bajos impuestos, seguridad física y jurídica, derechos y libertades individuales; y por el otro -básicamente el sector del kirchnerismo y la izquierda- quienes pujan por un sistema de corte nacional-populista, que comulga con un Estado enorme, tendiente a un Gobierno autocrático, que pretende otorgar derechos sin obligaciones a una parte de la ciudadanía mientras exige a la otra el pago excesivo de impuestos con la excusa de la redistribución, que descree de la separación de poderes y pretende el control omnímodo de la Justicia, desprecia la transparencia, aborrece el mérito y descree de la libertad individual, siendo su concepción en todo sentido socialista, colectivista y nacionalista en el peor de los sentidos.
A este punto, podemos afirmar que la grieta en cuestión tiene nombre y apellido, se llama: libertad individual.
El dilema de la grieta se origina en el tipo de sistema que propicia cada sector: si nos propusiéramos, a modo de experimento, mutar desde un sistema liberal-republicano hacia un sistema de corte nacionalista o populista, no tendríamos otra opción que aumentar progresivamente el tamaño del Estado, para lo cual se necesita en primer lugar un incremento en la presión impositiva, luego un aumento gradual del poder del Gobierno, para mantener un orden artificial -por la fuerza- mientras se ejecutan acciones populistas de reparto de dinero y dádivas para mantener a las bases ordenadas. Más tarde socavar las demás instituciones civiles, coartar la libertad de expresión y, en caso de no ser suficiente, avanzar sobre los demás derechos individuales... En fin, todo gobierno, para ser nacional-populista necesita de un Estado omnipotente que viole la libertad individual; tal la temática de Alberdi en su ensayo.
Quienes han resucitado la grieta originaria han sido los kirchneristas, desde el año 2003: destruyeron los partidos políticos mediante la transversalidad, exponiendo lo peor de las ideologías que otrora eran convenientemente contenidas en las instituciones partidarias. Comenzaron un revisionismo histórico añorando un estado pre-constitucional y mezclaron rosismo, setentismo, chavismo y otras ideologías, todas ellas a la sazón violadoras de la libertad individual.
Convengamos, mientras exista en el poder un movimiento con ideologías pre-constitucionales, que violen o busquen violar por cualquier medio la Constitución Nacional, "la grieta" seguirá existiendo.