Se trata de un movimiento pre-constitucional en lo político, irracional en lo filosófico y mafioso en las prácticas; su poder político reside en las millones de personas que han cooptado como dependientes funcionales.
Tras 15 años de gobierno del kirchnerismo, un movimiento creado por Néstor Kirchner y heredado por su mujer Cristina Fernández, todo en Argentina ha derivado en el perjuicio económico constante, una potencial decadencia moral y una degradación institucional irrefutables. Cada proyecto promovido, ley aprobada, agrupación creada o manipulación social y política ejecutada, mantiene la misma impronta o el mismo modelo: parasitar al Estado mediante nuevos y excesivos cargos públicos, la extracción de recursos a través del manejo discrecional de cajas, la exacción a productores e independientes mediante retenciones indiscriminadas, multas, cepos o peajes, y en un sentido político e institucional: la violación de los derechos fundamentales -como la libertad y la propiedad- con el objeto de favorecer seudo-derechos ideológicos creados desde la militancia, para la habilitación de nuevas secretarías y cargos que los promuevan. En su conjunto, un despropósito como Gobierno, que produce el deterioro institucional constante y la penosa dependencia económica de los más vulnerables, que son utilizados para tal fin.
Se trata de una pandilla de saqueadores que se dicen a si mismos "democráticos", pero sueñan con una monarquía absoluta, cuya reina sea Cristina o su pánfilo heredero. A lo largo de tantos años de Gobierno, han prometido e intentado una y otra vez ejecutar grandes obras, a modo de monumentos públicos dadores del "prestigio de la trascendencia" que le ha servido a muchos déspotas en la historia para trascender, pero han fracasado cada vez. Desde aquel caro e ilusorio "tren bala" que uniría Córdoba, Rosario y Buenos Aires en tres horas en 2006, pasando por el ridículo proyecto del "Polo de la industria audiovisual" en la Isla Demarchi en 2012, o el gasoducto inconcluso del norte anunciado por primera vez en 2003 e iniciado en 2013 cuyo final fue una completa pérdida económica, hasta las rutas que unirían ciudades en el sur argentino, que nunca fueron concluidas -aunque si fueron pagadas-. Más tarde, el caso "cuadernos" develó algunos de los manejos detrás de semejantes fracasos, sin embargo, la pandilla de mafiosos autopercibidos como demócratas, que es el kirchnerismo, aún se mantiene incólume en el poder.
Se trata de un movimiento político pre-constitucional porque han aprendido a abordar la política desde una posición cuasi-mafiosa, apoderándose de posiciones clave que les permiten manipular las leyes, las normas y las reglas a su favor. Un concepto que desarrollé extensamente en el artículo titulado "Una grieta nacida con la Constitución de 1853" publicado en éste medio el 12 de junio de 2022: destruyeron los partidos políticos mediante la transversalidad, exponiendo lo peor de las ideologías que otrora eran convenientemente contenidas en las instituciones partidarias y promovieron un revisionismo histórico añorando el estado pre-constitucional, mezclando rosismo, setentismo, chavismo y otras ideologías, todas ellas a la sazón violadoras de la libertad individual.
Todo individuo kirchnerista es un irracional en lo filosófico, necesita serlo para llevar adelante actos políticos carentes de toda moral y dignidad. El colectivismo es el ambiente óptimo y necesario; el caldo de cultivo de la irracionalidad. Colmados de inconsistencias y contradicciones, los discursos y relatos que suelen manejar exigen de sus militantes una mirada única y uniforme, de obediencia cuasi-militar. Como dicen en Twitter: "nadie es kirchnerista gratis". Los millones de seguidores de éste movimiento suelen ser dependientes de alguna forma; beneficiados mediante contratos, cargos, planes, dádivas o simplemente convencidos y consumidores del "relato", en el cual se ven de algún modo beneficiados.
La supervivencia de éste perverso movimiento seudo-socialista estará asegurada mientras el Buró kirchnerista encuentre formas de mantener felices a sus adeptos. Devenidos en dependientes funcionales, son -en definitiva- fanáticos ideologizados y corrompidos en su humanidad al punto de abandonar la dignidad. Carentes de toda racionalidad, creen ciegamente en los retorcidos relatos político-ideológicos, que les bajan desde "el Patria" o "La Cámpora"; mismos que no dudan en repetir al pie de la letra ante cualquier controversia.
El kirchnerismo abusa del sentimentalismo para representarse a sí mismo, mientras, cada uno de sus adeptos odia y desprecia al individuo productivo e independiente, porque lo saben opuesto a su propia naturaleza parasitaria. Así describe Ayn Rand a éste tipo de personas: "Advierta cómo ellos aceptarían cualquier cosa, excepto a un individuo independiente. Ellos admiran a los dictadores. El crimen y la violencia constituyen un lazo. Una forma de mutua dependencia. Necesitan lazos. El hombre independiente los destruye porque ellos no pueden coexistir en él, no pueden parasitarlo. Advierta el resentimiento maligno que ellos propugnan contra cualquier idea que proponga independencia. Advierta la malignidad que muestran contra todo hombre independiente".