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» Este artículo corresponde a la Edición del domingo, 17/jul/2022 de La Auténtica Defensa.

Opinión:
Los "anti-grieta", una utopía rayana en el voluntarismo
Por Mario Trila







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¿Hasta qué punto los discursos emocionantes, conciliadores y optimistas son útiles para influenciar y modificar la realidad política del país? ¿Es útil promover un consenso transversal carente de principios?

En las últimas semanas se viralizó en las redes sociales el discurso de un empresario pyme, Esteban Wolf, emitido por el canal de YouTube del Senado Argentino con motivo del Día Internacional de las Pymes. El discurso contenía todo lo necesario para conmover a un auditorio: fue descriptivo de la realidad empresaria, emotivo e inspirador. Desde una historia muy personal, el empresario logró conmover hasta las lágrimas al auditorio presente en el lugar, emocionando incluso a consumidores del streaming o video, dados los comentarios observados en las diferentes plataformas.

Se trató de un discurso leído, muy bien estructurado, que buscaba describir no solo el contexto personal del protagonista sino también la carrera de obstáculos a la cual se somete a los empresarios y emprendedores en la Argentina. Digno de una presentación al estilo TEDx, no le faltó storytelling, acting emotivo, dinamismo ni dramatismo.

Durante los días posteriores a la viralización, el empresario fue invitado a innumerables entrevistas televisivas y radiales; entonces comienza a surgir un problema que se revela como típico en el empresariado argentino: la necesidad de promover el discurso de conciliación y consenso, "que incluya a todos los sectores"... con mesa redonda, pacto de la Moncloa y demás lugares comunes; léase voluntarismo conciliador, a como dé lugar.

Durante una entrevista en el canal de cable TN, Esteban Wolf expresa algunas de sus ideas, con respecto a la necesidad de acuerdos políticos: "algo serio, a largo plazo, donde los políticos no estén discutiendo entre ellos, [es necesario] que todos los partidos se reúnan en una mesa y discutan 10 mandamientos para los próximos 30 o 40 años". En ese contexto, le tengo una buena noticia señor Wolf: el acuerdo ya existe, se llama Constitución Nacional, y fue acordada en el año 1853, luego del cual la Argentina prosperó por casi un siglo, llegando a ser uno de los países más importantes del mundo. La decadencia comenzó cuando llegaron ciertos actores políticos -entre las décadas de 1930 y 1950- que pretendieron hacer sus propias reglas, anti-liberales, violando precisamente aquellas que nos fueron legadas por Juan Bautista Alberdi.

Es loable la buena voluntad de muchas personas en pro de buscar los acuerdos políticos, que permitan avanzar en un sentido beneficioso para la sociedad... El problema es que la grieta existe por una razón muy clara: una parte de los sectores políticos y de la sociedad argentina pretende vivir del otro, no importa cuales sean las partes que se tomen. Incluso es probable que ambas enuncien la misma problemática, sólo que existe una diferencia, contundente y determinante: una parte apuesta por principios morales, la otra pretende tener sus propias reglas, contrarias incluso a los principios democráticos, republicanos y constitucionales que rige nuestra República. En ese contexto, no se vislumbra a corto plazo un "consenso" sellado con valores y principios.

Convengamos, la grieta que todos conocemos en la política argentina tiene una causa moral. Cualquier persona con fuertes principios sabe que la grieta en cuestión no sólo es evidente sino también necesaria. Que no puede haber concesiones morales de una parte con el objeto de licuar o limar la mentada fisura política, inclinando de ese modo la balanza hacia la inmoralidad.

Más que el utópico consenso, rayano en el voluntarismo, tal vez sea necesario hacer hincapié en los principios democráticos y republicanos. Reivindicar el respeto a las reglas establecidas en la Constitución, reconstruir los valores esenciales como el trabajo y la dignidad humana, no olvidando jamás, bajo ninguna circunstancia, el respeto a los derechos inalienables como la vida, la libertad, la propiedad y la búsqueda de la propia felicidad de los individuos.

Sin dudas, cuando un empresario decide exponerse ante la opinión pública para expresar sus ideas, sin más intención que colaborar con un objetivo común, resulta un acto de arrojo digno de ser apreciado y valorado. El caso de Esteban Wolf se enmarca en el contexto de una institución conciliadora como la Fundación Endeavor Argentina, a la cual decía representar en su discurso, durante el evento organizado por Senadores. Otros empresarios, en cambio, manejan un discurso mucho más claro y contundente al promover los valores, como es el caso de Gustavo "Lacha" Lazzari, quien viene haciendo una importante cruzada por los medios audiovisuales difundiendo las ideas de la libertad; ideas que han sido reveladas por la historia y por la evidencia empírica como indispensables para conducir a cualquier nación de ésta tierra hacia la prosperidad.


 
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