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» Este artículo corresponde a la Edición del domingo, 14/ago/2022 de La Auténtica Defensa.

Opinión:
Las contradicciones habitan en la mente, pero no existen
Por Mario Trila







Contacto en Twitter / Telegram / Facebook / Instagram: @MarioTrila

En relación a la nota del pasado domingo, un lector hizo un planteo: ¿no sería una contradicción afirmar que "las contradicciones no existen"?; ensayaré una respuesta.

Ante todo debo aclarar que la frase en cuestión, que refiere a la inexistencia de las contradicciones, le pertenece a la escritora ruso-norteamericana Ayn Rand. Previo a ella, Aristóteles había enunciado su "Ley de No Contradicción".

Según Rand, una persona puede mantener contradicciones, sin embargo, aclara: "no significa que las contradicciones existan en la realidad; sino que existen en su mente". Para fundamentarlo, ella utiliza un ejemplo típico y elemental: "dos objetos no pueden ocupar un mismo espacio al mismo tiempo".

Venía elaborando un artículo acerca de las falsas banderas del ambientalismo, o "ecologismo progre", cuando recibí la pregunta: ¿No sería una contradicción afirmar que las contradicciones no existen?. Vaya coincidencia, una de las ideologías más contradictorias, junto al terraplanismo, es precisamente el ambientalismo, en especial aquellos de corte político y colectivista: suelen manejar un relato maquillado de buenas intenciones, con discursos al extremo elaborados, plagados de datos y conspiraciones incontrastables en la realidad. Se apoyan en gurúes que sostienen tales argumentos irracionales como verdades absolutas; enmarcados en la denominada "tiranía de la corrección política", que abunda en ciertos antros académicos y "científicos". Son, como los terraplanistas, un ejemplo acabado de la contradicción.

Es desconcertante enfrentarse a una persona contradictoria, en especial cuando ésta maneja ideologías, preconceptos o dogmas al extremo, como certezas absolutas, con el único objeto de dominar, vetar o impedir ciertas actividades a otras personas -o empresas- por motivos meramente ideológicos y/o políticos.

El hecho de que en la política, las organizaciones no gubernamentales o en las redes sociales existan grupos que promuevan la irracionalidad con argumentos malvados y contradictorios, utilizados para el activismo político y la coacción, no significa que tales argumentos sean válidos. Por ejemplo, pretender que el mundo regrese a la edad media en términos de producción agropecuaria, utilizando el arado y el buey, es definitivamente una contradicción.

El mundo productivo ha evolucionado para bien, incluso en cuanto a los fitosanitarios -mal llamados "agrotóxicos"- que han permitido alimentar a miles de millones de personas. Es descabellado creer que un mundo de casi ocho mil millones de personas pueda hoy alimentarse en base a huertas orgánicas.

Los argumentos racionales en favor de los nuevos métodos utilizados por el Agro, son contundentes. Sería imposible regresar a la edad media en términos de producción, cuando existían sólo novecientas millones de personas; buena parte del mundo caería en hambrunas, como las que ha sufrido la humanidad cuando las plagas acechaban y no había forma de combatirlas.

Seguramente quienes hoy demonizan los fitosanitarios y pregonan por volver a las huertas orgánicas, se escandalizarían por las hambrunas. Tal la contradicción de nuestros estólidos ambientalistas.

Queda claro, las generalizaciones son incómodas, pero las necesitamos si vamos a ejercer nuestra capacidad conceptual de discriminación y clasificación para reducir la complejidad de la realidad a un existente comprensible. En ese contexto, la mayoría de las personas que trabajan en actividades del tipo intangibles -léase profesores, militantes políticos o activistas, abogados, etc.- son más propensas a soportar las contradicciones como parte de sus actividades. Otras profesiones como ingenieros, arquitectos, productores agropecuarios, industriales, y demás actividades racionales ligadas a los resultados, tienen mucho más clara la consigna: la realidad física, y lo racional, no admiten contradicciones.

Para unir los puntos dispersos: la realidad es lo que existe, es decir lo real y tangible. En nuestra mente lo "tangible" es lo racional, que se condice con la realidad y en última instancia: la no contradicción.

Según Ayn Rand: "Llegar a una contradicción es confesar un error en el propio pensamiento; mantener una contradicción es abdicar de la propia mente y desterrarse a sí mismo del reino de la realidad".

Por último, una invitación a pensar, alejada de cualquier tipo de dogma o religión: Un buen porcentaje de la maldad de este mundo está dado por personas que eligen eludir su condición de ser racional, actuando literalmente en contra de la naturaleza humana. En ese contexto, es dable observar que las personas de bien, que valoran la vida en ésta tierra, tienden a rechazar las contradicciones; evitan los cantos de sirena irracionales y mantienen sus valores atados a la razón.

Tal como afirma la filosofía objetivista "La realidad es benevolente: si te adaptas a ella, es decir, si piensas, valoras y actúas racionalmente, entonces puedes conseguir y explotar tus propios valores".


 
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