Asistimos a un espectáculo melodramático donde la protagonista juega a ser líder y víctima a la vez, en un gran escenario, donde la sordidez y la cobardía moral son coprotagonistas.
Tras un alegato acusatorio que se extendió por varias semanas, transmitido por YouTube de forma abierta para todo el público, y la posterior lectura de los pedidos de condena para los 13 imputados de la causa "Vialidad", el fiscal Diego Luciani no dudó en aleccionar a los sectores políticos y regalar a los ciudadanos de la República unas cuantas frases, que indudablemente pasarán a la historia.
La frase principal, que incluye una enorme sentencia al confrontar nada menos que la corrupción y la Justicia, impone una gran responsabilidad a los Jueces encargados de condenar o absolver a Cristina Kirchner, acusada de ser la jefa de una asociación ilícita: "Señores jueces, este es el momento. Es corrupción o justicia. Y ustedes tienen la decisión".
Otras frases, no menores, convocan a una reflexión respecto al problema moral y ético que enfrenta la sociedad argentina. Tanto es así, cuando un Fiscal de la República se ve en la obligación de reivindicar lo más básico y elemental respecto a las responsabilidades implícitas en los cargos públicos y la necesidad de recuperar la confianza en las instituciones: "El Estado es víctima de éstos delitos, pero no hay que confundir el Estado con las personas que ocasionalmente conducen o administran". "Los gobernantes deben rendir cuentas de sus funciones". "Hoy más que nunca la sociedad reclama justicia y ustedes, señores jueces, son los encargados de dar a cada uno lo que corresponde. Una sentencia ejemplar puede ser el primer paso para restaurar la confianza de la sociedad en las instituciones".
Con respecto a la única mujer acusada en la causa, Luciani deslizó un contundente juicio moral: "No tuvo arrepentimiento. Ostentaba el cargo máximo del estado nacional y empleó su poder sobre el resto de los imputados para alcanzar la finalidad de lucro tan anhelada". "El desprecio a la ciudadanía en general por dilapidar fondos públicos, a los ciudadanos de Santa Cruz en particular que no tuvieron las rutas construidas y a los empleados de las empresas que se quedaron sin trabajo".
Tal vez la más dura de las sentencias acusatorias, para la actual Vicepresidente, haya sido la falta de atenuantes: "No encuentro ni un solo atenuante para Cristina Kirchner ante los crímenes cometidos", aseveró Luciani, para solicitar luego una condena de 12 años de prisión efectiva, la inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos y un decomiso de bienes por más de 5 mil millones de pesos.
Así las cosas, tras la lectura del pedido de condena a los involucrados en la causa, "la Jefa" terminó perdiendo el juicio; quiero decir: la razón. Con "ella" alterada, todos los escenarios de la vida pública del país se vieron agitados.
Lo cierto es que, tanto el pedido de sus abogados para ampliar la declaración, como lo que siguió a la negativa del mismo por parte del Tribunal, fueron una evidente estrategia para la victimización. Los hilos quedaron absolutamente expuestos. Era la excusa que necesitaban para montar un show televisivo -via streaming- que fuese transmitido por canales de cable y de aire, por motu proprio, en directo y sin cortes; prácticamente sin costo para la acusada, quien no tuvo prurito alguno en utilizar las instalaciones y recursos del Estado para su producción.
Valga decir: durante su show via streaming, Cristina Kirchner no aportó ningún tipo de respuesta -o estrategia racional de defensa- a las enormes acusaciones de los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola.
Un show plagado de inconsistencias, con escasez de argumentos racionales, en el cual la protagonista buscaba de forma desesperada llevar a sus contrincantes y enemigos políticos hacia el mismo naufragio ético y moral en el cual se encuentra; acusando así de asociación ilícita a ex funcionarios del "macrismo", un enemigo elegido especialmente para mantener motivada a la militancia y alimentar la estrategia de victimización, arguyendo que el sistema Judicial se encuentra cooptado por la oposición, Juntos por el Cambio, o el propio macrismo.
Las distintas facciones del otrora peronismo, por su parte, mantienen intacta la cobardía moral; siendo hasta el momento incapaces de confrontar -en la política- a la señora Vicepresidente y su pandilla de mafiosos, que la secundan actualmente en el poder.
Sugiero buscar en YouTube el video titulado "Mi nombre es Victimización", una pieza audiovisual explícita y reveladora. Agrego aquí una parte para ilustrar: "Mi nombre es Victimización, nací de la unión ilícita entre Justicia y Necesidad. Mi padre, Justicia, defendió a las víctimas; pero mi madre, Necesidad, las fabricó y glorificó. Cuando era niña, descubrí que cuanto más fuerte lloraba, más atención recibía. La atención era agradable, pero lo que realmente quería era poder... y me dispuse a encontrarlo. Al principio busqué en la tragedia que golpea a las víctimas sin previo aviso. Algunas víctimas se quedaron conmigo, y decayeron, haciendo de la tragedia el gran drama central de sus vidas. [...] Lo bueno es que hay más de una forma de jugar el papel de víctima: hay muchos lamentos por doquier, debes recogerlos a todos!; de ese modo, tal vez nunca serás un vencedor, pero siempre podrás ser una víctima".