En un país tomado por los bárbaros no alcanza con ser buena persona; como dijo Edmund Burke: "lo único necesario para el triunfo del mal, es que los buenos no hagan nada".
Cuenta la historia reciente que, en el año 2003, comenzó a gobernar la Argentina un movimiento político perverso. Un mal sueño que muchos desestimaron, creyendo que permanecerían a lo sumo dos períodos de Gobierno.
Venían desde el sur armados con las triquiñuelas anti-republicanas que supieron desarrollar en Santa Cruz, provincia donde lograron hacerse de un poder absoluto, birlando todas las reglas de separación de poderes. Allí adquirieron lógica y práctica en el manejo de un poder mafioso, eliminando a la oposición política y cooptando a la Justicia mediante una serie de jugarretas inconstitucionales.
Lo que parecía un pequeño grupo de mediocres sureños se transformó al poco tiempo en un movimiento político nacional. Lo lograron, entre otras cosas, distribuyendo e instalando mojones de poder en estamentos clave, ejecutando -entre otros- el método de látigo y billetera que habían probado previamente en aquella provincia.
Néstor, el "capo di tutti capi", gobernó durante un período ejerciendo un método de manipulación política al que denominaron "transversalidad", a través del cual sedujo a innumerables dirigentes con mentes débiles, grises e inescrupulosos, que se vieron obnubilados ante lo que parecía ser un líder innovador, de características poco convencionales, sin percatarse de que tales prácticas escondían desde simples engaños hasta manipulaciones retorcidas y cuasi mafiosas.
El enano progre-fascista de muchos argentinos fue despertado por el "éxtasis" de un Néstor Kirchner que ejercía un poder sin límites, sin oposición, al amparo de una fórmula de "derechos humanos" que aplicaba una corrección política, alineando así a propios y ajenos. El país comenzó a dividirse: los argentinos cuyos enanos perversos se habían despertado querían aprovecharse del resto a como dé lugar. Mientras, una enorme mayoría -de bien- se mantenía quieta, adormecida y callada.
Así las cosas, el mal sueño efectivamente se prolongó a dos períodos de Gobierno: conocimos por primera vez el "doble comando". El Sillón de Rivadavia, en aquel maldito segundo período de Gobierno, era ocupado por ella, digamos... la arquitecta egipcia, pero detrás estaba "Él".
Con ella en el poder pasaron cosas: llegó el conflicto con el campo, la Resolución 125, la amistad con Chávez y con éste la chavización tanto de las políticas internacionales como de la economía. La arquitecta egipcia le había tomado el gusto al poder, había utilizado convenientemente los mojones mafiosos instalados por su marido y había multiplicado las prácticas de látigo y billetera de forma indiscriminada.
Entonces, cuando la sentencia de "pingüino o pingüina" marcaba la incertidumbre, en relación a un posible tercer período del matrimonio de hampones, nuevamente pasaron cosas...
El mal sueño se confirmó como pesadilla de terror. Acontecida la muerte del capo di tutti capi, la arquitecta egipcia -que más tarde se revelaría como "abogada exitosa"- comenzó a soñar con ser la reina de la republiqueta. El kirchnerismo logró -lamentablemente- su tercer período de gobierno. Lo hizo gracias al delirio místico de algunos y la fascinación por la muerte de tantos otros. En medio del luto, la viuda obtuvo un 54% de votos y confirmó, ya no sólo su reinado sino su poder omnímodo con el cual había soñado mientras el Capo aún vivía.
Con la reina Cristina Elizabeth confirmada y ataviada con la suma del poder público, muchos argentinos experimentaron el despertar y la revelación de sus propios enanos perversos de toda índole: chavistas, fascistas, mafiosos, místicos, delirantes, vividores, revolucionarios, sociópatas, socialistas, talibanes, maoístas, stalinistas, anti-yankies, anti-liberales, anti-republicanos, místicos, religiosos, nacionalistas... Todos esperaban tener un lugar, un tongo o una pequeña porción de participación de ese poder, para beneficiarse como funcionarios o simples militantes... la única consigna era maniatar a la libertad y la República mientras se alimentaba y mantenía vivo al monstruo kirchnerista.
Así lo hicieron: tras el mítico 54% -del "vamos por todo"- implementaron cepos. Persiguieron a empresarios, productores y ahorristas. Cerraron aún más la economía para "la mesa de los argentinos". Controlaron precios mediante coacción y prácticas mafiosas. Manipularon los índices. Imprimieron billetes a mansalva. Mintieron en los guarismos de la inflación y la pobreza mientras hostigaban a economistas. Atacaron a la Prensa libre. Coaccionaron con la "Ley de Medios" y compraron multimedios. Juzgaron y escupieron a periodistas en las plazas. Expropiaron empresas y robaron con la obra pública. Ejecutaron miles o millones de maldades políticas y económicas, imposibles de describir.
Pero un día, allá por 2012, las personas de bien comenzaron a despertar: se hicieron conocidos en los medios los casos de corrupción basados en investigaciones periodísticas y denuncias previas. Aparecieron las marchas republicanas del 13S, el 8N, entre otras. Al tiempo nació la alianza "Cambiemos" y finalmente -llegado el 2015- la pesadilla parecía haber acabado; pero no...
Volvieron al poder en 2019, y aquí estamos... transitando nuevamente un mal sueño, devenido en pesadilla y transformado intencionalmente por ellos en un delirio místico. Lo único bueno es que, en esta oportunidad, la Reina está desnuda.