En el transcurrir de la vida, nos enfrentamos con tensiones que nos abruman, y con espíritus competitivos, donde el deseo es estar siempre, y aun por encima del resto. Y allí no faltan palabras o expresiones que incomodan.
Pero las palabras amables pueden edificar o restaurar, al mostrar gratitud, amor, compasión, y aprecio.
Lo dice La Biblia, (Proverbios 15:1) "La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor"
También a veces el problema no es lo que decimos, sino ¡cómo! lo decimos.
Las palabras tienen el poder de edificar, o destruir. ¡Así es!, las palabras son muy poderosas.
Un comentario hiriente puede causar una reacción en cadena, y generar mucho daño. En cambio, los comentarios amables, se sienten como un refresco en tiempos de calor.Y las palabras siempre van acompañadas con un tono de voz y lenguaje corporal, no verbal, que transmiten mucho más, ya que pueden revelar impaciencia, resentimiento, malicia y amargura, todo lo cual impacta negativamente en los demás. "Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes" (Ef. 4:29) nos aconseja La Biblia.
En (1ra Pedro 3:10) dice: "El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal y sus labios no hablen engaño"
Si queremos ver días mejores en tiempos difíciles, las palabras que decimos pueden hacer la diferencia. No podemos disociar la fe verdadera de lo que hablamos a diario constantemente.
"Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié" (Isaías 55:10-11)
Algunos aspectos de la vida cristiana son marcados por la devoción y la oración, y una actitud de agradecimiento a Dios, y el trato sabio con los demás. Nuestras palabras deben ser el reflejo de nuestra cercanía con nuestro Salvador y Señor (Jesús).
Que nuestro obrar sea como la "Regla de Oro" de Jesús, "Procede como quisieras que procedan contigo". (Mateo 7:12).
Te invito a cultivar la humildad, y demostrar cortesía y amabilidad hacia quienes no tienen aún la fe afirmada en Cristo.
Y si aún no tienes a Cristo como Señor y Salvador, descúbrelo, búscalo, y verás cómo un gesto sencillo puede iluminar tu vida, aprender a confiar en los planes de Dios, y ver como Él siempre nos sorprende con una bendición.
¿Quieres saber más de Jesús, el que puede ayudarte a tener "palabras llenas de gracia"?
¡Búscalo!, y/o contáctate con un cristiano y/o una iglesia que enseñe de Cristo y La Palabra de Dios. "La Biblia". ¡No te arrepentirás!
¡Dios te bendiga! ¡Hasta la próxima semana!
Silvia Gerard
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