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Cuento. Los tres árboles que sueñan (Primera parte)
Érase una vez, en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles amigos que soñaban sobre lo que el futuro deparaba para ellos.
Uno de ellos observó un pequeño arroyo en su camino hacia el mar y dijo: "Yo quiero viajar a través de mares inmensos y llevar a reyes poderosos sobre mí". Seré el barco más importante del mundo".
Otro, miró hacia las estrellas y dijo: "Yo quiero guardar tesoros. Quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Seré el baúl de tesoros más hermoso del mundo".
El tercer arbolito miró hacia el valle y vio a hombres agobiados de infortunios y dijo: "Yo no quiero jamás dejar la cima de la montaña. Quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se detenga a mirarme, levantarán su mirada al cielo y pensaran en Dios. Seré el árbol más alto del mundo" .Los años pasaron. Llovió, brilló el sol y los pequeños árboles se convirtieron en majestuosos cedros. Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña. Uno de los leñadores miró al primer árbol y dijo: "¡Qué árbol tan hermoso!", y con su brillante hacha taló el primer árbol. "Ahora me convertirán en un baúl hermoso y contendré tesoros maravillosos", pensó el árbol.
Otro leñador miró al segundo árbol y dijo: "¡Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mí!". Y con su hacha, cortó el segundo árbol. Este pensó, "ahora deberé navegar mares inmensos, seré el barco más importante para un poderoso rey de la tierra".
El tercer árbol sintió su corazón hundirse de pena cuando el último leñador se fijó en él, y se paró derecho y alto apuntando al cielo. Pero el leñador ni siquiera miró hacia arriba, y dijo: "¡Cualquier árbol me servirá para lo que busco!" Y también fue derribado por el hacha, del leñador.
El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó al taller, pero pronto vino la tristeza. El carpintero lo convirtió en un mero pesebre para alimentar el ganado. Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni contuvo piedras preciosas. Fue solo usado para poner el pasto.
El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero. Pero no estaba junto al mar sino un lago. No había por allí reyes sino pobres pescadores. En lugar de convertirse en el gran barco de sus sueños, hicieron del una simple barcaza de pesca, demasiado chica y débil para navegar en los inmensos mares con fuertes vientos y enormes olas. Allí quedó en el lago con los pobres pescadores que nada de importancia tienen para la historia…. Continuará